Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Verdín, mi primer ídolo

Por Abdón Sánchez Haddad

 

Transcurría el inicio de 1959, ya en democracia. Vivíamos en Jubidana, estado Falcón, mis padres y hermanos. Sabía medio leer y escribir, como quien dice garabateado, más no lo suficiente para elaborar un cuadrito de 5y6, pero con la ayuda de mi padre leí y escogí los ejemplares de las seis válidas y cuando mi vista se fijó en el nombre de un caballo llamado Verdín me llamó tanto la atención que lo hice mi primer gran ídolo quizás por su nombre y a quien ligaba en todas y cada una de sus actuaciones las cuales fueron muchas y pocas sus victorias.

 Vista actual del Hipódromo de Paraguaná

 

Al concluir su campaña en La Rinconada, Verdín fue enviado al Hipódromo de La Limpia donde continuó vida pistera y siendo mí ídolo hasta que un domingo a principios de 1964 mi padre, quien sabía de mi admiración y cariño por Verdín, me dijo al regresar de sus labores "arréglate que vamos al hipódromo, ya que no sabes quién debuta". Mi sorpresa fue mayúscula al conocer la noticia de que Verdín correría en Punto Fijo, ¡No lo podía creer! Y era tal mi desesperación y apuro con mi padre, que se molestó y por poco no me lleva al hipódromo.

 

En esa época en el Hipódromo de Paraguaná las jornadas hípicas estaban constituidas de 3 carreras para caballos sabaneros o cuartos de millas y 2 para purasangres (importados y criollos) y eran tiempos cuando corrían en Paraguaná Predicante II, Fanático, Faubourg, Sheik, El Profeta, Doble Hope, Radar, Juan Griego (aquél que además de ganar la primera carrera en La Rinconada también ganó la primera carrera en el hipódromo de Paraguaná), etc.

 

 Tucapel derrota a Zopenco en los inicios del Hipódromo de Paraguaná

 

Una tarde muy soleada y con brisa fuerte acompañada de polvo, propia de la bella tierra peninsular, no me impidieron ver, cuando llegamos al hipódromo, a los 14 ó 15  purasangres que correrían esa tarde, quienes estaban amarrados a los cujíes que servían de improvisado Paddock descubierto mientras llegara el momento de ser ensillados e ir a la pista para las respectivas pruebas donde participarían.

 

Pude así divisar a la vedette, a mi ídolo, a Verdín, a quien vi grande y hermoso sin darme cuenta que tenía de 9 para 10 años y estaba cansado y bastante lesionado por su extensa y agotadora campaña. Quisieron las circunstancias que siguiera de cerca las actuaciones de Verdín hasta el final de su campaña cuando abandonó el hipódromo perdiéndole la pista a mi ídolo, pero no mi recuerdo y admiración que se mantienen hasta el día de hoy.

 

Fuentes: Trabajo publicado en la Revista Hipódromo.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 07 de diciembre de 2000

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