Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Ramón Antonio Marín

Un corazón dividido entre la familia, el hipismo y la gastronomía

Por Víctor R. Marín Y.

 

La pasión de un verdadero hípico es indescriptible, los amantes de la actividad hípica se encuentran en cualquier lugar donde tantos los profesionales del medio prensa, radio, televisión u otros medios, profesionales jinetes y entrenadores, criadores propietarios y los aficionados ven la hípica mucho más que una carrera de caballos. En medio de los aficionados del hipismo existen personas totalmente desconocidas en el medio hípico público pero que muchos de ellos son más apasionados y fieles al hipismo tanto igual o más que los que están en el medio, sobretodo en el hipismo de hoy día.

 

El personaje de hoy, públicamente es o fue completo desconocido, como dirían por ahí “ese lo conocerán en su casa”, pero amó el hipismo hasta el último aliento de su vida. Ese personaje en vida fue mi padre Ramón Antonio Marín, que no perteneció o no aportó por decirlo de alguna manera nada con el hipismo, aunque razón a la verdad cuando una persona hace su cuadrito de 5 y 6 ya eso es un aporte; pero el aporte que sin duda dejó mi papá fue el de transmitir esa pasión para conmigo y gracias a él hoy día todo lo que he aprendido y hago por y para el hipismo se lo debo a él.

 

Gracias al Sr. Juan Macedo, el cual me propuso la idea de escribir en su página algo de mi papá como hípico, este hermoso y amable gesto nunca lo olvidaré.

 

Ramón Antonio Marín nació el jueves 5 de octubre de 1944 en el sector El Prado de su amada Valencia, hijo de María Ynés Marín y Francisco Ollalsaba.

 

La niñez de Ramón fue difícil, cuando apenas tenía poco más de cuatro años quedó huérfano junto a su hermana mayor Carmen de siete años y Fabián de dos añitos. La mayor parte de niñez fue bajo la tutela de sus padrinos Dámaso Domínguez y Rosa de Domínguez, fueron años difíciles en casa de sus padrinos, como reza el dicho: para el huérfano no hay sol, todos quieren ser el padre. Sin embargo, en esa casa podemos decir empezó "el cosquilleo" por el hipismo. Contó Ramón en varias oportunidades que en 1955 su padrino ligaba mucho al caballo Prendase, y él cuando le tocaba barrer el patio simulaba con la escoba que montaba un caballo, en su imaginación era Prendase, en ese año contó, recordando apenitas la hazaña de El Chama y Prendase en Washington International DC. Cuenta que una vez el padrino lo pilló jugando con la escoba simulando que era Prendase y echaron una pela.

 

Contó Ramón que el ejemplar lo llevó a enamorarse del hipismo fue Klick y la yegua Noche del Sur. Decía que aún le dolía cuando recordaba la derrota de Klick en el Clasico Simón Bolívar de 1961 a pesar de que el jinete ganador de ese clásico fue Gustavo Ávila.

 

Pasando así la década de los 60, cada vez más crecía su amor por el hipismo, hablaba con orgullo del triunfo de Victoreado en el primer Clasico Internacional del Caribe, para él, Domingo Noguera Mora fue el mejor entrenador de caballos de cualquier tiempo, después de Noguera solía decir que Manuel Azpúrua Sosa era un fuera de serie, me contaba “yo nunca me caía con un caballo de Manuelito” como por ejemplo cuando ganó Socopo el Simón Bolívar, dice: yo jugué esa llave que la completaba Voter y Chamangá, también jugó la llave de Noguera Mora compuesta por Chateaubriand y White Face ¿cuándo me caía? contaba orgulloso.

 

Casi me pasó por alto mencionar que, en el año 1962, Ramón trabajó para unos italianos en un taller de zapatería que con el poco tiempo se haría famosa, la zapatería Remore, en ese tiempo de 1962 hasta 1967 los años que ahí laboró, me contaba que los italianos eran unos “fiebruos” jugando caballos, cada uno incluyendo a Ramón compraba la Gaceta Hípica la cual la pasaban por la máquina de coser para darle más consistencia. En esa estadía también le nacía el gusto por la gastronomía, ya que uno de los italianos preparaba una salsa para pasta que era buenísima y Ramón aprendió rapidito a prepararla.

 

Ramón Marín fue una persona súper inteligente a pesar de no haber estudiado la secundaria, era hábil con los números y una mente audaz para aportar ideas  en los trabajos, razón por lo cual pasó de la cocina de la fuente de soda CADA a ser Sub Gerente de dicha fuente de soda y el auto mercado CADA, esa época fue muy bonita para todos, su único día libre era los días martes, día que salía su revista hípica preferida Gaceta Hípica, todos los martes yo al caer el sol, lo esperaba desde la ventana de la casa para correr a su encuentro y luego de abrazarlo buscaba la tan esperada revista. Quiero acotar que él nunca compró otra revista hípica que no fuera la Gaceta, para mí él fue el más fiel comprador de Gaceta Hípica.

 

A mediados de los 70 se fue del CADA e incursiona de lleno en la gastronomía, logró trabajar en uno de los restaurantes de mayor prestigio de Valencia para ese entonces, La Trattoria Romana ubicada en el sector El Viñedo en la avenida Bolívar. Fueron varias veces que me llevó a dicho restaurant, pero uno de los días que más recuerdo fue el domingo que se corrió el Selección de Fedeharas de 1978, ese día los mesoneros hasta el mismo dueño hicieron una polla de esa carrera invalidado a Torrejón, le dije a mi papá “juegue a Pompeyo”, y como él siempre fue optimista, puso su nombre en el de Pompeyo, resultado nos ganamos la polla. Son tantas, pero tantas las anécdotas de Ramón Marín que estoy escribiendo con ganas de llorar.

 

¿Cómo olvidarme de? cuando me enseñó a leer con la Gaceta los nombres de Parra, Ávila y Noguera entre muchas cosas más, esos tres profesionales ya nombrados para él no tenían comparación. Su caballo preferido fue McKenna’s Gold.

 

¿Saben? creo que no hubo un día entre mi padre y yo que no habláramos de caballos, muchas veces sus cuentos ya me los sabía de memoria, pero nunca le dije “si yo sé, ya me lo ha contado varias veces”, nunca lo hice porque me gustaba oírlo hasta el último aliento de su vida hablamos de caballos, nos fascinaba.

 

El 6 de septiembre de 1987 mi papá con mi hermano menor (que en ese entonces tenía 6 años) y un amigo de mi infancia nos fuimos a presenciar esa jornada de carreras con el objetivo de ver ganar a Ángel Francisco Parra en el Gran Premio Nacional y para alegría de todos se nos cumplió ese sueño. Ese día para nosotros como hípicos nos marcó. Saliendo de La Rinconada nos mojamos y fue toda una aventura llegar al terminal de pasajeros para poder llegar a Valencia a medianoche, ahí fue cuando nos enteramos de la tragedia del El Limón, estado Aragua.

 

Él fue un hombre con unas energías llenas de optimismo, fue jovial, ocurrente, nunca tenía flojera ni andaba de mal humor. Ese optimismo creo lo hacía acertar grandes batacazos, me decía “mira Víctor, en todas las carreras hay una línea porque uno solo es el que gana al menos que haya empate, así que si a ti te gusta un caballo que no es el favorito juégalo y listo”.

 

El 24 de julio de 1988, tenía mes y medio desempleado, decidí irme al Hipódromo de Valencia con el proposito de jugarme a Chama Linda (con Germán González de jinete) y Ton Caher, ambos con posibilidade de buen dividendo. Lamentablemente Chama Linda no entró en pizarra y Ton Caher atropelló tarde y llegó segundo. Me dije "no es mi día y me voy para la casa". Estoy en lo que llaman la playa en el Hipódromo de Valencia cuando veo a mi papá entrar para sorpresa mía (no lo esperaba). Le saludo y le explico lo sucedido, respondiendo "Viejo y peludo, tu sigues siendo mi hijo, siempre seré su papá. Vamos a jugar y cuando vengo al hipódromo no vengo a perder" (era su forma de ser, siempre optimista). En la siguiente carrera, el le gustaba el caballo Papmantos (propiedad de "Pepe" Delgado Rivero, que significaba "PAPitas, MANí, TOStón") mientras que a mi me gustaba un batacazo llamado Bartali y asi le justifique a mi papá "paga más, lo lleva Henry Marín (tocayo nuestro) y es nieto de McKenna's Gold". Finalmente él jugó a Papmantos y yo a Bartali. Se dio la partida y Bartali tomó la punta en 1200 metros y se puso duro, pero el de mi papá lo "mató" en final de foto. a todas estas hasta reclamo hubo, pero no prosperó. Lo gracioso del caso es que papá jugo una exacta con Papmantos y Just Love, me dijo "Víctor, botamos la bola, jugué una exacta y no puse a Bartali", la exacta pagó Bs. 7.750 (algo así), nada despreciables. De ahí en adelante nos destapamos a ganar (incluso con Taikún que pagó Bs. 70 a ganador llevando la monta de Samuel Camacho). Fue un día muy feliz para mí porque estar a su lado y hablando, viendo carreras de caballos era lo máximo

 

Para no hacer el cuento más largo, por allá en el año 1993 mi papá leyó que solicitaban un cocinero en el concesionario de Protinal y para allá se fue, el jefe del concesionario era nada más y nada menos que Nino Batista, si el mismo quien fuera dueño de la yegua campeona de Valencia Miss Leydy y también copropietario de Premio de Oro, como dice el dicho “si naciste para martillo del cielo caen los clavos”, bueno en esa estadía en Protinal, Nino le propuso trabajar en la cocina del Jockey Club del Hipódromo de Valencia los días jueves y viernes que eran los días de carreras y le aumentaría el sueldo (mentira, me dio una tontería, ese viejo era pichirre, contaba mi papá).

 

Ahí en el Hipódromo tuvo la oportunidad de ver a grandes personalidades del medio hípico como a Oswaldo Antequera, Jimmy Jr., Pancho Silvino, Héctor Alonzo Rivas (todo un caballero, muy respetuoso y muy decente), entre otros.

 

Pero ese trabajo agotó mucho a mi papá sobre todo los días jueves y viernes ya que él se iba a las cuatro de la mañana a Protinal y de ahí se iba directo al hipódromo regresando a la casa en ocasiones a la una de la mañana.

 

Habló con Nino para un aumento de sueldo, pero siempre salía con excusas. Hay una anécdota entre él y Nino, una de carrera, mi papá le dijo que se jugara al caballo El Clavoese no pierde”, le explicó la razón por qué le gustaba, pero Nino creo que jugó a un tal Cemeruco, mi papá le dijo “con todo respeto, pero ese no llega ni a Guásimo”, aún mi papá le dijo “échele unos cuatro ganadores, que si pierde me lo descuenta del sueldo”, pero ni aun así. Ganó El Clavo pagando más de Bs. 20.000 por concepto de ganador, mi papá agarró una a… y más cuando lo escuchaba decir a los que se acercaba al jockey Club “el Chef me lo dio, ese hombre lleva el hipismo en la sangre”, fueron varias las veces que mi papá le acertó sus apreciaciones, pero esa hizo que mi papá renunciara al trabajo.

 

Ramón Marín fue un hombre con ánimo único, aparte del hipismo, era Magallanero, le fascinaba jugar dominó, su música preferida eran los boleros y las de guitarra, en música bailable lo mejor para él era La Billo’s Caracas Boys.

 

Formó una familia junto a Dora Yzer de Marín, de ese matrimonio nacieron cuatro hijos: Víctor, Nathaly, María Inés y Raymond. Fuera del matrimonio tuvo una hija llamada Neida Marín la cual era morocha, lamentablemente la otra murió cuando tenía seis añitos.

 

El 23 de diciembre de 2020 mi papá, a pesar de su enfermedad, se animó y le dijo a mi hermano menor Raymond (que estaba viviendo con él) “dile a Víctor y Nathaly que se vengan mañana que les voy a preparar Callo Madrileño” y efectivamente lo hizo “así salimos de la rutina, todo el mundo comiendo hallacas, nosotros comeremos Callo Madrileño”. ¡Qué rico le quedaron!

 

El domingo 10 de enero del 2021 mi padre empezó a sentirse mal producto de la enfermedad que ya venía padeciendo, con todo y eso, yo tratando de animarlo le hablé de hipismo y el me hacía seña con los ojos que entendía lo que le hablaba, pero yo en ese momento no sabía que estaba era agonizando, dejando de existir a las 3 y veinte minutos de aquel domingo tan triste. Cuántos domingos disfrutamos juntos de las carreras de caballos por televisión e inclusive fueron varios domingos que asistimos al Hipódromo La Rinconada desde aquí de Valencia, pero ese domingo Ramón Marín era retirado de la prueba para galopar y llevar esa pasión a la eternidad.

 

El 5 de octubre del 2019 día de su cumpleaños, mi regalo fue un poema y lo hice canción.

 

Te pusiste viejo mi viejo

Con el pasar del tiempo

El color de los años

Hoy pintan tu cabello

Te pusiste viejo mi viejo

Con el pasar del tiempo

Hoy quiero revivir

tantos recuerdos bellos

Como cuando era yo un niño

y corría a tu encuentro

Cargado de alegría

Con el corazón contento

Abrazaba yo a mi héroe

En un bello Sentimiento

Te pusiste viejo mi viejo

Con el pasar del tiempo

Aunque sean repetidas

tus anécdotas y cuento

No dejes de contarlas

Las quiero seguir oyendo

Porque es parte de mi vida

desde que estaba pequeño.

Te pusiste viejo mi viejo

Y le tengo miedo al tiempo

el mismo que nos une

nos separará en su momento.

Y cuando tengas que cruzar

la puerta hacia la eternidad

por favor déjala abierta

porque yo esperaré aquí

para cuándo llegue mi momento

nos volvamos a encontrar

volveré correr a tu encuentro

y te diré bendición Papá.

 

Gracias a Dios por este homenaje a la memoria de mi papá, y gracias nuevamente a usted amigo Juan Macedo mi estimado, Dios lo bendiga.

 

Autor: Víctor Ramón Marín Yzer "El Victorioso del hipismo"

e-mail: [email protected]

"Como siempre agradecido primeramente con Dios"

 

Fuentes: Apuntes personales.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 31 de octubre de 2024

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