Anécdotas
Hípicas Venezolanas
presenta |
El
Oriental Park y los jinetes sin cabeza |
Por Pablo Pascual Méndez
Piña |
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En
la intersección de las calles 106 y 61, en la barriada marianense de Los Quemados, se levanta todavía el
enorme pórtico coronado con tejas criollas que identifica la entrada del
antiguo Hipódromo Oriental
Park. Por los alrededores circulan todavía innumerables leyendas sobre
la disciplina de los potros y el desempeño de los
jockeys. |
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Leyendas
del pasado, porque el fanatismo
por las carreras de caballos y su intrínseco régimen de apuestas y
premiaciones no pudo menos que chocar con la voluntad del régimen
castrista, y el férreo anhelo por concebir a un "hombre nuevo" inmune a los vicios
y rezagos del pasado capitalista fue, sin dudas, el pretexto trascendental
para clausurar ese deporte en el año 1967. |
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El
Oriental Park Havana, fundado en 1915 y considerado "el mejor de América", es hoy un
almacén para automotores de la empresa Transimport. Si alguien se aproxima a la puerta,
cámara en mano, los custodios le requerirán de inmediato, alertándole que
está prohibido hacer fotos. |
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¿La
razón? "Las cogen para hacer
contrarrevolución". |
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Sin
embargo, los vecinos de la zona no tienen miedo y ayudan a las pesquisas
sobre la leyenda prohibida. Los más viejos aseguran que el Oriental Park tenía una pista de
8 furlongs (una milla terrestre), un graderío
(grand stand) con
capacidad para 8.000 espectadores, un casino, un Jockey Club y unos
jardines que eran una preciosidad. |
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Desde
su cierre en 1967, testigos
presenciales observaron como el casino fue convertido en teatro, la pista
fue hormigonada, demolieron el Jockey Club, destruyeron los jardines
exóticos y levantaron inmuebles que desgarraron su estilo clásico. En el
término suroeste construyeron un conjunto de almacenes y, según fuentes
anónimas, se proyecta transformar el grand stand en una expo
para equipos pesados. |
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Antes
de 1959 y durante la alcaldía del vilipendiado Francisco Orúbe, Marianao fue urbanizado y reanimado
constructivamente, asimismo "la
ciudad que progresa" -como le
llamaban- recibió una fuerte inyección financiera para propósitos
sociales desde la pista del Oriental
Park. |
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Paradójicamente,
después de 1959 el Oriental
Park fue administrado por el Instituto Nacional de Industria
Turística (INIT), en vez
del Instituto para Deportes
(INDER) y, varios exempleados
testimonian que "fue el centro
laboral que más aportó al erario público y a la propia
institución". |
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Tras
la última carrera, los caballos fueron trasladados a una finca localizada
en El Wajay, dotada de un hipódromo de dos furlongs (400
metros), donde se obtienen valiosos ejemplares, que luego son vendidos
subrepticiamente en el exterior. El comandante de la revolución Guillermo García Frías dirige la
empresa fantasma. |
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Un
exjockey monta y empuña el wipi |
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Evelio
Díaz Marrero,
un exchofer de guaguas jubilado de 85 años y
residente en Guanabacoa, siempre está dispuesto a dialogar y polemizar
sobre hipismo. |
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Sobrino
de dos consagrados del deporte como José Marrero y Armando Ramón Marrero, llegó a La
Habana en 1944 procedente de su natal Camagüey y trabajó como trotador de
caballos en el Oriental
Park hasta que sus tíos le indicaron "que ya estaba listo para ser
jockey". |
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Durante
15 meses Evelio fue rival de glorias de ese deporte como Avelino Gómez, Fernando Fernández, Juan Posada, José Viñas y sus propios tíos,
entre otros. |
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Durante
su efímero desempeño como jinete ganó cerca de 50 carreras y sin
petulancias califica de "magnífico" su récord, sin embargo
no pudo continuar, porque fue un jockey muy pesado y tuvo que soportar
severas angustias para adelgazar. |
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"Figúrate -cuenta Evelio- solo podía
comer un bistec y una ensalada al día, además tenía que hacer
footing, subirme a los techos de los tejares
o meterme en las salchicheras con un abrigo puesto para
sudar". |
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"Pasé mucho trabajo para bajar hasta
110 libras (peso requerido), sin embargo, algunos dueños preferían al
jockey pesado para no ponerle handicap al caballo, un lastre de plomo
colocado bajo montura, que según ellos le jodía el
lomo". |
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Evelio
argumenta que la principal virtud del jockey es la astucia. Personalmente
estudiaba los récords de los caballos que montaba para explotar al máximo
sus posibilidades, del mismo modo manejaba muy bien el wipi con ambas manos. |
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"Las condiciones meteorológicas no
representaban impedimento para las carreras", apunta Evelio. Las
carreras tenían que efectuarse lo mismo en días soleados que bajo
aguaceros y caídas de rayos, y estas circunstancias hacían que el estado
de la pista variara y posibilitaban que un caballo favorito en terreno
seco quedara a la zaga en el fango. |
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Entre
innumerables detalles Evelio alega que los jockeys ganadores recibían el
10% de los premios. En casos aislados se hicieron trampas, usándose "baterías" para aplicarle shocks
eléctricos al caballo y acelerar su
marcha. |
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Las
transgresiones casi siempre fueron detectadas por los jueces, quienes realizaban
controles antidoping a los caballos, utilizando muestras de saliva y
orina, además de emplear la técnica del foto-finish para garantizar la limpieza de las lides,
aunque agrega: "que había caballos
que eran del carajo y mordían a sus rivales durante la
carrera". |
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Evelio
tiene una memoria prodigiosa y es capaz de recordar nombres de caballos,
características, colores y procedencias. Hace varios años viajó a los EEUU
y visitó a su tío José
Marrero, que ya cumplió 95 años. La última carrera que presenció en el
Oriental Park fue en el año
1965. |
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Pasiones
sin prejuicios |
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Visitar
el hogar donde Constancia, de 87 años, más conocida por "Mimí", vive junto a sus hijos "Johnny" y "Kiki", de 70 y 67 años
respectivamente, es como volver a escuchar las fanfarrias del Oriental Park, el bullicio de las
multitudes e imaginarnos como un caballo toma la delantera y los
malogrados apostadores "rompen
tickets". |
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Los
miembros de esta familia, negros humildes, nacieron y se criaron en las
lindes del Oriental Park y
subsistieron durante el capitalismo gracias a él. Sus pasiones por las
carreras de caballos superan al fanatismo endémico por el béisbol,
desmienten que la hípica sea un deporte elitista y
discriminatorio. |
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Cuentan
Johnny y Kiki, que durante su niñez y junto a
sus contemporáneos del barrio, competían en carreras de carriolas que cada
uno bautizada con el nombre de un caballo, y durante el recorrido
adoptaban posturas de jockeys. |
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Kiki
es entrenador de boxeo, pero afirma: "primero los caballos y después el
pugilismo". Atesora aún amarillentos programas de carreras que
adquirió en el stand chico. |
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Junto
a su hermano, trabajaron en las cuadras alimentando a los equinos y ambos
inmortalizan a un caballo llamado Himan, que fue muy
agresivo y la emprendía a mordiscones con cualquiera. Sin embargo, Kiki entabló amistad con la bestia a costa de los
terrones de azúcar. |
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Al
igual que Evelio, ambos hermanos tienen memorias prodigiosas y reproducen
innumerables detalles y características sobre caballos y jockeys de
la época. |
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Johnny
pormenoriza que el Oriental
Park fue visitado por todos los presidentes de la República de Cuba,
incluyendo a Fidel Castro.
Allí estuvieron estrellas de cine como Kirk Douglas, Errol Flynn, Gary Cooper,
Rita Hayworth y Arturo de Córdova, entre
otros. El astro de los Trotamundos de Harlem, Wilt Chamberlain. Hampones como Meyer Lanski, Lucky Luciano y
George Raft. Y con suma frecuencia vieron a
Juan Manuel Márquez, el lugarteniente de la expedición del yate
Granma. |
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Como
datos curiosos aportan que el jockey negro José Peñalver fue el primer
nacional en ganar una carrera en el Oriental Park, y que allí se
efectuó una lid boxística en 1918, donde Jack Johnson (primer negro campeón del mundo en los
pesos pesados) se tiró a la lona supuestamente noqueado y tapándose el
sol con un brazo. |
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En
los jardines del Oriental Park
se encontraba la tumba de Happy Hopped, un corcel cuya leyenda puede servir de
argumento para escribir un best-seller o el
guión de una película. Y en el apartamento de
los altos de una farmacia localizada en las calles 106 y 61 del propio
barrio, residió Avelino Gómez,
un jockey fuera de serie que murió en un accidente deportivo en Canadá,
sitial donde erigieron un monumento a su
memoria. |
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El
trote de los jinetes sin cabeza |
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Un
grupo de vecinos aseveran que a finales de los 90 un bróker canadiense se
interesó en la reapertura del Oriental Park. El suceso exacerbó
las esperanza y el entusiasmo de los fanáticos a la hípica. Kiki reconoce: "estábamos dispuestos a trabajar
voluntariamente para que el hipódromo volviera a funcionar". Pero, al
parecer la negociación fracasó. |
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El
95% de los consultados en la zona opinan que la prohibición de las
apuestas y los sistemas de premios de este deporte fueron la causa del
fiasco de las negociaciones. Un vecino del barrio, expresa: "Mientras los jinetes sin cabeza sigan
trotando en este país, el Oriental Park continuará siendo una almacén
para hierros". |
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Vale
certificar que, a criterio de un psicólogo que solicitó el anonimato, "la criminalización del juego y las
apuestas en el deporte, luego de disminuir, acrecienta el interés, la
curiosidad y la audacia de los psicodependientes". |
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"En vez de prohibir el juego que es una
tendencia incontrolable, deberían legalizarlo y de esta forma beneficiar a
la sociedad a través de las recaudaciones obtenidas", aseguró el
especialista. |
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"Pero en Cuba las reglas no son
diseñadas para garantizar prosperidad" –indicó- "sino para mantener un establishment
político incapaz de
medir consecuencias…” Y abundó: "Si hoy en la Isla existen seres
deleznables y capaces de obligar a luchar hasta despedazarse a perros,
gallos y pajarillos con el fin de probar suerte, esto es una clara
evidencia de que las prohibiciones impuestas por el régimen fallaron, así
como el disparatado sueño del hombre
nuevo". |
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Fuentes:
Extraído del Diario de Cuba (Noviembre de
2013) |
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Anécdotas
Hípicas Venezolanas,
sábado 25 de enero de 2014 |
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