Anécdotas Hípicas
Venezolanas presenta: | |
Miguel Otero
Silva el escritor, el hípico | |
Por Félix
Guzmán | |
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Paralela a la creación de su obra literaria
puede situarse su pasión por el hipismo. Don Henrique Otero Vizcarrondo inculcó a su hijo Miguel el fervor por el
espectáculo hípico, convirtiéndose entonces en uno de los más entusiastas
y participante activo de esa diversión que se realiza en el viejo
hipódromo de El Paraíso y en el moderno óvalo de La
Rinconada. | |
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Cuando muerte Don Henrique Otero, muchos de los caballos de su
propiedad, pasan a otras manos, entre ellos Pirata y Sub Oscuro, este último de
reconocida y exitosa actuación. | |
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En 1964, Miguel Otero Silva, trae desde
Argentina dos caballos: Black
Cat de discreta performance y White Face, uno de los mejores ejemplares del hipismo
nacional y de curiosa trayectoria. En manos de Miguel, se impuso en muchas
pruebas, teniendo una larga campaña de triunfos en 1965. En 1972, Otero
Silva, lo cedió al Haras Cocotío donde obtiene más triunfos y realiza una
extraordinaria labor como padrillo, lo cual culmina a partir de 1983, en
el Haras Los Aguacates. Compartió sus
principales Studs Miguel Otero Silva, Morrocofin y Temuco, así como sus otros caballos
Dagas, Montmartre y Retrechero, con sus grandes amigos Pedro Juliac, Francisco Andrade Álvarez y Carlos Eduardo Frías, este último escritor y
publicista, prestado al hipismo. |
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Montmartre fue un pura
sangre de resonancia en la pista de La Rinconada. Retrechero, por su
parte, fue objeto de una cordial polémica postal filológico-lingüística y
semántica, entre Miguel, que defendía el nombre de Retrechero como un vocablo de uso
impecable dentro del idioma vivo, y Jorge Coll Núñez, quien fijaba un
criterio sustentado por el Stud Book de
Venezuela, que consideraba la palabra retrechero como vulgar e
inapropiada. El culpable, sin que Miguel Otero lo supiera nunca, de esta
polémica, amistosa y precisa, en torno a los criterios sustentados en lo
que se refiere al lenguaje dentro del hipismo, fue Pedro Juliac, quien en condición de socio hípico de
Miguel, se presentó una vez al Stud Book y le dijo a Jorge Coll, lo siguiente: “Amigo Jorge, aquí traigo los papeles
de un caballo que es mío y de Miguel Otero. El quiere que se le ponga el
nombre Retrechero, pero a mi no me gusta. Yo voy a decirle a Miguel que en
el Stud Book no me
permitieron inscribir el ejemplar con ese nombre, porque ya hay
antecedentes de rechazo en cuanto a la palabra se refiere”. Coll
Núñez, se limitó a decirle a Pedro Juliac, que
en verdad ese nombre había sido objetado por el Stud Book, en otra ocasión y
con otro propietario. A los pocos días de esta entrevista, era enero de
1974, Miguel Otero Silva envió
a Jorge Coll, una enjundiosa carta en la que dictaba una clase magistral
de lenguaje castellano, al referirse a la palabra retrechero, haciendo
citas del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y del
Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, relacionando el término
en referencia con sus equivalentes en otras lenguas de origen latino y
sajón. Coll, le contestó a Miguel Otero, con otra carta, bien documentada,
en la que exponía que la palabra retrechero era inobjetable dentro del
habla nacional, pero consideraba era irreverente designar con nombre
semejante a un animal al cual debemos admiración. El episodio
hípico-controversial entre Otero y Coll, fue rubricado también por el
pintor Pedro León Zapata,
quien en una caricatura en El Nacional de esos días, dibujó un caballo que
hablaba y decía lo siguiente: “Si
no les gusta que me llamen RETRECHERO, me pueden poner
ADECO” | |
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Sabemos que Retrechero llegó a correr con el
nombre de Capachero (en honor a su progenitora, la yegua
Capachera), que a los efectos de la lengua
nativa, es igual según quien esto escribe. Y sabemos también, que la
amistad entre Jorge Coll Nuñez y Miguel Otero Silva, permaneció
estrecha e inalterable hasta la desaparición física del
último. | |
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El hipismo de Otero Silva, se manifestó
repetidas veces en las tertulias de café y en las reuniones con sus amigos
intelectuales. Hizo famoso su pseudónimo de Morrocoy Sprinter en el Morrocoy Azul, a través de sus
graciosos comentarios en torno a la hípica. | |
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En 1962, en el acto de presentación y bautizo
del libro Elegía sin fin, de ese otro gran poeta venezolano Luis Pastori, Miguel Otero Silva pronunció las
palabras de orden en esa ocasión que se supone debía haber sido solemne.
Allí, lo traicionó el humorismo y el hipismo que llevaba en la sangre y
dijo, entre otras muchas cosas en elogio de Pastori, lo siguiente: “Nada más natural que Luis Pastori y yo, seamos amigos. Ambos somos poetas, cada
uno según su manera de sobrellevar el leño de la poesía. Ambos somos
hípicos, él con su Come candela de carrera larga, y yo, con mi Monmartre de tiro corto; ambos somos adictos al buen
trago, aunque en asunto de tragos el de carrera corta es Pastori y yo el de carrera larga”.
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A un año de la muerte de Miguel Otero Silva, en 1986, el
Instituto Nacional de
Hipódromos instituyó para cada temporada hípica de La Rinconada una
carrera en su nombre. El primer propietario en obtener este galardón lo
fue que coincidencia, Luis Pastori, con su yegua Hipólita. | |
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En este año 1991, el sábado 19 de octubre, por
disposición del INH, bajo la presidencia del profesor Anselmo Alvarado Dorato, tendrá lugar en La Rinconada, la Condición Especial Miguel Otero
Silva en homenaje y reconocimiento a su labor como escritor y como
hípico. Las palabras con que el poeta Luis Pastori, celebró la merecida disposición de la
Unión Soviética al otorgar a Miguel Otero Silva el premio Lenin de la Paz,
en 1980, son buenas también en esta ocasión en que recordamos al poeta
muerto, ahora que la tierra que lo vio luchar con denuedo, con la palabra
henchida de furor ante la justicia, lo acoge en su seno, sencillo y
múltiple. Así se refirió Pastori a su viejo
amigo de siempre: “Miguel Otero
Silva...es un hombre forjado a la medida de su tiempo. Y no solo cabe en
el espacio de ese tiempo, sino que se sale de él con la fuera de su
energía creadora. Desde allí ha contemplado las caravanas, los caminos,
los tremedales y las estrellas, como en un afán de juntar su fe con la
esperanza de los que pasan por su encrucijada. Adusta y seca la tierra de
su sembradío, solo la vigilia interior, pero múltiple la resonancia de los
ecos de su contacto con la realidad”. | |
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Fuentes: Publicado en el Diario El
Nacional en el año 1991 | |
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Anécdotas
Hípicas Venezolanas,
viernes 21 de diciembre de 2001 | |
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