Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Métodos para comprar potrillos

Editado por Juan Macedo

 

Cuando usted se proponga comprar un potrillo, piense primero en lo que desea. Los caballos de carrera, como las manufacturas, tienen su etiqueta. Lo primero que debe hacer el comprador es decidir qué tipo de caballo desea. Sabido es que unos son precoces y otros tardíos. Los primeros son buenos a los dos años y en tiros cortos. Los otros se revelan a los tres años y en distancias de aliento.

 

 

Hay líneas de sangre -etiqueta- que mejoran cuando el potro es mayor, de tres y cuatro años. Una vez resuelto este punto, se toma el catálogo y se va a ver personalmente a los potrillos. En este punto puede ganar la pelea o salir con un lazo ajustándole el cuello. No se engañe. Si no sabe de caballos, busque a alguien que lo asesore. No se crea sabio. Aprenda con los conocedores si usted no sabe.

 

EL TAMAÑO

No se deslumbre ante un potrillo grande. Tampoco se aflija ante uno pequeño. Los caballos grandes, si son veloces, se dañan solos. Siempre prometen mucho y esperándolos lo que se consigue son desilusiones. Si ese potro grande pasa indemne por todas las pruebas, puede darse por satisfecho. Uno grande le gana siempre al pequeño.

 

Prefiera, pues, al potrillo mediano. Los pequeños son sprinters y causan algunas alegrías pero casi siempre son caballos discretos.

 

EL COLOR

No se fije en eso. Hay muchas leyendas sobre el color. Los profanos y los advenedizos hablan bien y mal de los colores del caballo. Los ignorantes denigran de los caballos grises o tordillos.

 

EL ASPECTO

Prefiera el potrillo suave, fino, bello, en una palabra. La belleza en el caballo resalta, como en el humano. Lo mismo su equilibrio, su perfección física. Hay caballos con lomo largo. Otros con el cuello corto y grueso. Los más, con las patas cortas o la cabeza larga, aguileña o cuadrada. Eso no es belleza. La belleza y el equilibrio es una virtud que en el caballo aprecian los entendidos -buenos jueces equinos- o personas de mucha sensibilidad estética. Piénsese que el caballo de carrera es la criatura más bella, después del hombre. O de la mujer si le parece mejor.

 

EL CARACTER

El temperamento, el carácter del caballo, lo revela su cabeza, su mirada y su plantaje. Un caballo de aspecto idiota es un idiota salvo raras excepciones. Por esa mirada, cabeza y plantaje, brota la buena o mala estirpe del caballo. Los descendientes de Hyperion, por ejemplo, son majestuosos, altivos, señoriales, presumidos. Y el que no tiene esos atributos no hereda nada de Hyperion.

 

La cabeza de un buen caballo ofrece aspecto inteligente, bondadoso y enérgico a la vez. Las orejas se mueven y yerguen, alertas y nerviosas, ante cualquier ruido o movimiento. Los ojos grandes, bien colocados y expresivos, no deben ser muy separados ni abultados. Las mandíbulas deben ser anchas y fuertes. El hocico debe ser algo afilado y los ollares de la nariz lo más amplios posible. El cuello debe ser largo y algo curvado sin una cresta.

 

Si encuentra todo eso, está por lo menos frente a un animal bello y de carácter superior. Hay una serle de detalles complementarlos para apreciar la belleza general del caballo. Le hemos dicho que si no sabe eso, busque a alguien que lo asesore.

 

LAS PATAS

Es lo fundamental. La abertura de las delanteras debe ser moderada. No debe haber largura entre los hombros y las rodillas. Preferible que sea corto. Las patas desde la rodilla hasta el tobillo deben ser delgadas con profundos repliegues entre los tendones y las cañas. No compre caballos con rodillas de ternero. Ni los que tengan patas redondas y gruesas. Observe bien que al caminar, el animal no volteé las patas traseras. No se asuste si al caminar el caballo voltea las patas delanteras hacia afuera. Cuidase de comprar animales con patas tipo pie de paloma.

 

Mejor será el caballo que tenga las patas traseras rectas. Y mejor si tiene más anchos los corvejones. Los corvejones paralelos o tipo de vaca, son peligrosos. Fijase en eso: corvejones separados, anchos, fuertes y rectos. Mientras más bajo sea el corvejón, mejor todavía.

 

LA PIEL

Yo aconsejo el caballo de piel fina, sedosa, y de crin lacia y cola frondosa y brillante. Un caballo fino, como un caballero fino, debe tener aspecto de cosa fina. Es un detalle aparentemente pueril pero no falla.

 

LA YEGUA DE CRIA

Primero que nada, hay que asegurarse de que se reproduce o que no es estéril. Luego su conformación y tipo. Debe reunir los mayores atributos de belleza posibles. Tercer factor básico es su facultad de correr. Cuando usted haya logrado el pedigree que le interesa, observe lo demás que le hemos dicho.

 

La yegua madre debe ser de tamaño mediano. Las pequeñas producen pequeño y las grandes producen grande. Hay que evitar eso. Las yeguas transmiten con más intensidad que el padrillo, los defectos físicos comunes en los caballos de carrera.

 

En la reproducción debe cuidarse mucho que la yegua sea lo más bella posible. Ella es la responsable de los defectos o atributos físicos del producto.

 

Cuídese siempre por todo esto y difícilmente fallará como comprador de potrillos. Puede que algunos o una mayoría no le den resultado. Pero en todo caso estará en mejor terreno que el que compra improvisada, empíricamente.

 

Fuentes: Trabajo publicado por Robert W. Collins para la revista Blood Horse (año 1960)

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, viernes 26 de agosto de 2016

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