Anécdotas
Hípicas Venezolanas
presenta | |
Kincsem,
la húngara que recorrió Europa | |
Editado
por Juan Macedo | |
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Esta es la
historia de Kincsem, una yegua flaca,
contrahecha, panzuda, fea y antipática. En 1874 el Príncipe Paul Esterhazy invertía sumas considerables en la cría
de purasangre en Kisbery, Hungría. Tenía una
yegua madre llamada Waternymph, que parió a la
potranca fea el 17 de marzo que posteriormente se llamaría Kincsem
(o sea Mi
Tesoro). |
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Todo caballo de
carreras, cuando es famoso, tiene su historia. Kincsem tiene la suya que
comienza cuando el Príncipe ordena a sus mayordomos que la vendan a ella y a la madre porque deslucen en
el conjunto de sus
bellezas equinas. | |
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Había un
criador interesado en Waternymph pero no quería
a la hija. El Príncipe
rechazó la oferta. Vendía a la yegua a condición de que se llevaran
también a su fea hija.
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El
criador tuvo
que aceptar y cargó con sus dos yeguas. El nombre de Kincsem lo
recibió la potranca en su nueva residencia. | |
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Una noche,
Kincsem fue robada por una
tribu de gitanos. Ya estaba lista para entrar en la pista cuando ocurrió
el robo. El propietario
logró establecer que el ladrón era un anciano gitano. En vez de
violentarse, tuvo la ocurrencia de preguntar por qué había preferido a
aquel monstruo equino en vez de robarse a una o varias de tantas bellezas
equinas que había en las caballerizas. El gitano dijo que el destino de aquella
yegua se leía en las estrellas. EI propietario se burló
discretamente y se llevó
a Kincsem. La yegua no iba a
correr. Pero en la mente
del propietario bullía la bruja expresión del gitano.
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Kincsem debutó una
tarde de junio de 1876.
Su propietario no fue a verla porque no valía la pena. Era cuestión de
tantear, por varias veces, a ver qué salía de la profecía del gitano. Kincsem debutó ganando por
doce cuerpos. Su propietario se impresionó seriamente y la envió de inmediato para un compromiso
que podía significar un esfuerzo mortal. La despachó hacia Hannover para
correr contra Double Hero, ganador del Derby Alemán. Kincsem
ganó por margen
incalculable. | |
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Carrera tras
carrera, Kincsem fue ganando y ganando. En Hamburgo,
Francfort y Baden Baden ganó carreras
clásicas. Paseó victoriosa por Europa. Volvió a Budapest y ofreció un raro espectáculo.
Estaba en la pista para cuadrar en la línea de banderas. Se puso a
comer hierba, razón por la cual fue obligada por peones y jinete a ubicarse en el sitio
indicado. Kincsem no obedeció y el juez de partida bajó la bandera. La
yegua quedó parada y
largó con doce cuerpos de
retraso llevando su mazo de hierba en la boca. No importó porque
alcanzó a sus rivales en la recta y ganó por buena ventaja.
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Kincsem era fea,
triste, desarmada y apática fuera del fragor de la carrera. Se la pasaba con
los ojos entornados como si estuviera enferma. Marchaba con la cabeza
gacha. A veces había
necesidad de castigarla
para que caminara. | |
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Un día la
embarcaron hacia Inglaterra, para probar suerte con ella en la catedral
del hipismo. La pobre yegua
se mareó terriblemente por el viaje en barco. Mareada
y todo fue metida en carrera. Iba a vérselas con
Pageant,
caballo invicto propiedad del Príncipe de Gales, bisabuelo de la actual Soberana
británica. | |
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Kincsem se durmió
en la línea de banderas, Cuando se
dio la partida, estaba soñando. Los gritos de la multitud la despertaron
y arrancó con mucho
retraso, los aficionados lamentaron aquel contratiempo
porque perdían la oportunidad de ver el anunciado duelo entre ambos
campeones. Kincsem no tardó mucho
en brindar lo deseado.
Comenzó a descontar ventaja hasta tanto se puso a diez cuerpos de Pageant que punteaba fácil
la carrera. En doce
brazadas más la yegua estaba cerca del caballo. Y ante la histeria de la concurrencia, se puso al
costado de Pageant, luego se le miró
cabeza a cabeza y
finalmente tenía tres cuerpos de ventaja cuando cruzó el disco de llegada. El Príncipe de Gales quiso comprar a
la yegua y ofreció una
suma considerable por ella. El
propietario rechazó la oferta diciendo que no se lo perdonarían
en su país si vendía a
Kincsem.
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Kincsem corrió hasta
la edad de 7 años. Como hemos dicho, compitió en 54 carreras y nunca fue derrotada. Es un
record singular que conocen los investigadores y los historiadores hípicos. | |
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Cuando regresó
a Budapest, Kincsem fue alojada en el
Palacio. La gente iba en romería para verla de cerca. Cuando murió a los 14
años de edad, Hungría lloró a Kincsem. Nunca hubo
un atleta más idolatrado que aquella yegua. El esqueleto de Kincsem fue armado y colocado como una reliquia en
el Palacio del mismo nombre. Sus cascos fueron montados en oro y conservados como un tesoro en la finca de su
propietario. | |
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Fuentes:
extraída de la Revista Turf. | |
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Anécdotas
Hípicas Venezolanas,
sábado 28 de enero de 2017 | |
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