Anécdotas
Hípicas Venezolanas presenta | |
Juan
B. Chirinos: El infortunio de la profesión | |
Editado
por Juan Macedo | |
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El
programa de la tarde sabatina del 2 de julio de 1960 había reunido en el
Hipódromo La Rinconada a
millares de aficionados que ponían toda su atención en el comportamiento
de sus favoritos haciendo fuerzas para que sus sedas cruzaran victoriosas
la ansiada meta. Un radiante sol de verano había disipado la intención de
espesos nubarrones que amenazaron aguar el deporte de los reyes, tan
popular entre nosotros. |
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Las
garzas de los lagos, con vuelo rítmico y pausado se lanzaban al espacio
batiendo sus blancas alas hasta perderse en el
cielo. | |
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La
meritoria hazaña del criollo Gradisco al conseguir su
victoria consecutiva N°13 para igualar el record del inolvidable Grano de Oro, dio motivo a la más
sensacional ovación del soberano que colmaba los escaños de La Rinconada.
Todo era comentario de alegría, de entusiasmo, de verdadero sabor hípico
con sus eternas discusiones tan llenas de supuestas
sabidurías. | |
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Pero
algo inesperado vino a irrumpir en aquel desborde de alegría. Se abrieron
las puertas del starting gate y partieron raudas las yeguas competidoras de la
décima del programa. Apenas llevaban un centenar de metros de recorrido,
un grito de angustia hizo eco en todo el hipódromo. Había rodado un jinete
y desde el primer instante el locutor interno anunció que se trataba de un
golpe grave. Todas las miradas se apartaron de la acción de la carrera
para detenerse ansiosas observando el cuerpo inerte del jinete que yacía
tendido debajo de la propia valla. El caído resultó ser el promisor
aprendiz Juan Bautista
Chirinos, quien conducía el número dos Agua Fresca. Al mismo tiempo que
los ejemplares cruzaban la meta, una ambulancia recorría velozmente la
pista en sentido contrario, conduciendo al herido al puesto de emergencia.
Una incógnita fatalista se había apoderado de todos ante tan peligrosa
rodada. En medio de un silencio impresionante, la voz del anunciador
interno dio a conocer el parte médico “…el pequeño jinete Chirinos había
ingresado sin vida al puesto asistencial”. | |
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La
afición entera lloró con sentimiento aquel fatal desenlace. En su
profesión, el pequeño Chirinos se había ganado la admiración de todos por
su valentía, por su coraje, por sus inmensos deseos de vencer y de
superarse, que tal vez confabularon para llevarlo a la muerte, mientras la
yegua que lo derribara (como una
ironía del destino), cruzaba de primera el disco, impulsada por los
brazos invisibles de un jinete que se apuntó su última
victoria. | |
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Nuevamente
las garzas de los lagos con vuelo rítmico y pausado se lanzaron al
espacio, batiendo sus blancas alas hasta perderse en el azul del cielo
transportando consigo el alma de un angelito… de un angelito negro, como
cantó Andrés Eloy. | |
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Fuentes:
extraído de la Revista La Fusta | |
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Anécdotas
Hípicas Venezolanas,
domingo
31 de octubre de
2021 | |
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