Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Hyperion

La Leyenda de Lord Derby

Editado por Juan Macedo

 

Hyperion nació el 18 de abril de 1930. Lo crió Edward Stanley (el 17º Lord Derby). Era hijo de Gainsbo­rough, ganador de la Triple Coro­na inglesa de 1918, en Selene, mi­nima yegua hija de Chaucer en Se­renissima, por Minerú.

 

Hyperion nació en el momento más difícil del Stanley Stud. En 1930, mejor dicho, en 1929, el haras atravesaba unos días cruciales. Nada bueno tenía para defender el prestigio en las pistas. Y la produc­ción de 1928, que iba a correr en 1930, no era promisoria.

 

Habla un potro pequeño, alazán y retozón, que iba a ser Hyperion. Pero el manager del haras lo tenía vetado. No iría ni a ventas ni a entrenamiento. Era  muy pequeño, y dentro de los más rigurosos cánones, su futuro en la pista debía ser negativo.

 

El peón del potro, sin embargo, le habla puesto gran cariño. Por eso, cuando el manager del haras enfermó y debió ausentarse por un tiempo indefinido, intervino en fa­vor de Hyperion. Lord Derby, fle­mático, todo oídos y pocas palabras, debió ir al haras. Habló con los subalternos del director enfer­mo. Las opiniones fueron más o menos coincidentes. Hyperion esta­ba condenado a no ir a ventas ni a carreras.

 

Pero el peón le metió en el lote que marchó pera entrenar en Newmarket. En el campo de entrenamiento fue vetado nuevamente el potro. El entrenador lo consideró físicamente incapaz. Hyperion fue siempre muy pequeño. Tanto, que cuando fue a la reproducción, de­bió construirse un pequeño pro­montorio de tierra para que, subi­do en él, pudiera alcanzar a las ye­guas que iba a servir.

 

Un día, en la sabana de Newmarket. Hyperion galopaba en compañía del pelotón de potros. El se adelantó con mejor acción y ma­yor alegría. Pero era tan pequeño que el preparador lo atribuyó a simple precocidad. Otro día se adelantó con mayor decisión. El preparador lo observó y le notó la altivez en el paso, en la mirada, en el plantaje, la pre­sunción (en una palabra, lo que lo hizo famoso y ambicionado por los pintores para llevarlo al lienzo). Y como cien años atrás hubo grandes campeones muy pequeños, el preparador decidió aprovechar a Hyperion. Así lo seleccionaron pa­ra debutar en el primer lote. Así se abrió el camino para que co­menzara la consagración de uno de los más grandes caballos de todos los tiempos.

 

Debutó en el Maiden Plate. No hizo nada. Mucha alegría, cierta disposición para la lucha, pero na­da más. En ese debut asomó lo que seria la tragedia de su vida: el ca­rácter y el temperamento.

 

Después corrió y ganó el New Stakes. Loqueó un poco, pero me­joró ciento por ciento. Luego per­dió, a media cabeza, el Prince Of Wales Stakes. Una gran carrera que, aun perdida, permitía conve­nir en que Hyperion iba a ser un gran caballo. Luego perdió el Bos­cawen Stakes entrando tercero. Su última carrera fue en 1400 metros y la ganó. Era el Dewhurst Stakes Ya era mis serio, más robusto, porque frisaba los tres años, pero era aún demasiado pequeño.

 

Hyperion regresó a Newmarket en 1932. En 1933 iba a comenzar su campaña de tres años. Pero lo consideraron tan minúsculo, que Lord Derby prefirió no autorizar su participación en las grandes carreras. Lo disuadió el manager, George Lambton. Hyperion ere un gran caballo. Y si mejoraba su carácter, lo sería más aún.

 

Hyperion pasó invicto su campaña de tres años. Ganó el Epsom Derby, por cuatro cuerpos sobre King Salmon. Ganó el St. Leger, el Chester Vase y el Prince of Wa­les Stakes.

 

No fueron triunfos de suerte. Costaron trabajo. No al caballo, si­no a quienes lo cuidaban. Hyperion era caprichoso y enemigo de tra­bajar. Gustaba de hacer lo que le placía. Contemplaba loa pájaros y todo cuanto se movía a su alrede­dor. Tenía una especial predilec­ción por los faisanes de Lord Der­by, a los que contemplaba durante largas horas.

 

Gustaba de andar en las patas traseras. Se negaba a salir a la pista. Y ya en ella, se detenía du­rante largas horas. Tuvo suerte Lord Derby cuando su entrenador ordenó que no hubiera horario para Hyperion ni sus peones. Estos per­dieron desayunos y almuerzos so­metidos a los caprichos del caballo.

 

Cuando les tocó entrenarlo para el St. Leger, por ejemplo, casi cau­só un cataclismo. El caballo se ne­gó reiteradamente a salir a la pis­ta; creyeron que era la neblina que lo asustaba. Decidieron llevarlo a Newmarket otra vez. Con él iba, de pony casi, un gran caballo de su tiempo: Colorado Kid. En el ca­mino. Hyperion dio la impresión de que iba a morirse. Sudaba negro y copiosamente. Lo bajaron del ca­rruaje en plena marcha. Le afloja­ron el cincho y descansó. Era eso nada más. Después siguió viaje. En Newmarket también se negó a trabajar. Lo devolvieron a Doncas­ter. Pero ya en las horas finales de la víspera de la carrera, insistió en no trabajar. Al día siguiente en­tró en las cintas, se ordenó la par­tida y no obstante Hyperion le brindó a sus hinchas una hermosa e impecable victoria. Ese fue el caballo, tanto en la pista como en la vida privada.

 

Hyperion fue a la cría después de una breve campaña a la edad de cuatro arios. Ganó los 2000 metros del March Stakes. Volvió a derro­tar a King Salmon en la Burwell Stakes. Pero para esta época, eran más frecuentes sus crisis temperamentales. Ya Hyperion se habla vuelto no sólo desobediente, sino altivo y, a veces, agresivo.

 

Comenzó a dar muestras de desesperación e indomabilidad. Cosa que no amainó cuando disputó y perdió por cabeza el Dullingham Stakes, dándole quince kilos al ganador Caithness. En los 4000 metros de Ascot Gold Cup, estuvo más desesperado que nunca. No pudo ser entrenado y sudaba terriblemente. Sin embargo, fue a esa carrera como fue a todas las de su campaña, sin entrenamiento. Perdió entrando tercero detrás de Felicitation y Thor. Su campaña fue de 13 actuaciones con 8 triunfos, 2 segundos y 2 terceros, acumulando en premios £29,509, una considerable suma para la época.

 

En la cría fue un caballo señorial. Jamás se mostró como en la pista. Lindo como pocos, fue preferido de fotógrafos y pintores. Nunca agredió a nadie ni se mostró irritado. Fue un padrote histórico, líder durante seis años y en diferentes temporadas, fueron 53 los ganadores clásicos, entre ellos los campeones Aureole, Gulf Stream, Hypericum, Owen Tudor, Pensive, Sun Chariot, Sun Stream y Heliopolis. Cosa rara, nunca un hijo suyo ganó el Epsom Derby. Pero él y sus hijos fueron los mejores padrotes de muchas épocas. En Venezuela se le recuerda por sus hijos, los afamados Hypocrite y Hylander. Ningún padrote ha fijado tan profundamente el viejo origen de Hampton como lo hizo Hyperion.

 

Hyperion ha sido uno del los ca­ballos más longevos de la historia del purasangre. Caballos famosos como él, sólo se recuerda a Man O'War, que hayan vívido tanto tiempo. Mientras Man O'War mu­rió de muerte natural, Hyperion fue sacrificado el 9 de diciembre de 1960. Según Lord Derby, estaba imposibilitado para caminar y casi ciego. Es una pena ver a un gran caballo en tal estado. Debió ser lamentable el de Hyperion para que Lord Derby ordenara su sacri­ficio. Una estatua de bronce realizada por John Skeaping en honor a Hyperion se encuentra frente al Jockey Club de Newmarket. Desde el año 2009, el esqueleto de Hyperion puede ser visitado en el Museo Nacional de los Purasangres, en Newmarket.

 

Fuentes: Basado en un trabajo publicado en 1960 en la Revista Gaceta Hípica, Sr. Jaime Casas (foto), www.wikipedia.com, www.pedigreequery.com.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 15 de diciembre de 2011

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