Anécdotas
Hípicas Venezolanas presenta | |
Generalidades
sobre las dolencias de los caballos | |
Por
Gustavo Lepage | |
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Nota
del editor:
este artículo fue redactado en el
año 1960 y muestra la manera como se lidiaba con las diferentes lesiones
en los purasangres de carrera, hecho que ha cambiado drásticamente gracias
a la tecnología y a la ciencia. | |
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Es
difícil decidir por dónde empezar en una discusión sobre dolencias de los
caballos y sus enfermedades, ya que hay una gran cantidad de ellas, como
todo entrenador bien sabe o descubrirá muy a su pesar. Pueden, no
obstante, clasificarse en: enfermedades de los huesos, de los cascos, de
las articulaciones, de los músculos y de los tendones, no consideraremos
otras enfermedades tales como las relativas a órganos o sistemas, ya que
caen fuera del objetivo de estos comentarios y en los cuales solo la
opinión calificada de un veterinario debe asistir al entrenador de
caballos. |
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Todo
entrenador competente
tiene como obligación el examen diario de sus caballos y en especial la
observación de sus patas y cascos, ya que junto con las observaciones que
puedan darle los ayudantes y caballerizos, puede descubrir y prevenir
cualquier complicación a tiempo. | |
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La
presencia de fiebre o de
hinchazón en una pata o dolencia al toque de la mano indica peligro,
aun cuando el caballo parezca normal en su paso y comportamiento. Si el
caballo es sacado a la pista para sus ejercicios matutinos y se comporta
en forma extraordinaria, desarrolla un carácter en su ejercicio y toma una
actitud muy delicada, de observarse con atención, igualmente la presencia
de sudor profuso y otras indicaciones de dolor o angustia, revelan la
presencia de algo que le afecta. No debe olvidarse tomar en cuenta la
personalidad del caballo en cuestión, ya que algunos caballos proceden en
sus trabajos don todo vigor aun cuando actuaran en forma torturada, aun
cuando la dolencia sea insignificante, tal como los potrillos de dos y
tres años en general. | |
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Se
puede determinar mejor lo que aflige al caballo por un palafrenero en el
paddock, ya que es el mejor paso para evidenciar
la posición de la dolencia. Ese zangoloteo debe dársele al caballo antes
de sacarlo a la pista, ya que algunos ejemplares son capaces de calentarse
en la cancha y no evidenciar a su regreso la molestia. Para ello, el
observador debe ver al caballo cuando se aproxima al frente, luego de
costado y por ultimo visto de atrás. Cuando se le ve de esta forma se
podrá notar si el ejemplar cabecea o se inclina hacia algún lado
repetidamente. Si la cabeza le cae a la derecha la dolencia está en su
parte izquierda y viceversa. Igualmente puede observarse las dolencias de
ñas rodillas, ya que el caballo en estas circunstancias caminara separando
las manos. También debe observarse el comportamiento del caballo en su
establo y aquí la ayuda de un experto caballericero es importante, este
debe observar si el caballo repetidamente coloca su peso en alguna pata
determinada, si se muestra indeciso en apoyarse en alguna pata o si la
estuviera como apuntando al suelo, si esto sucede la pata debe serle
examinada. | |
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Las
patas delanteras o manos presentan mayores dolencias que las posteriores,
ya que un caballo puede presentar corvejones en mal aspecto, sin que tenga
nada grave, mientras que cualquier problema en las manos debe cuidarse
rápidamente antes de que se desarrolle en una dolencia
peligrosa. | |
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Cuando
es difícil notar alguna dolencia en la rodilla, tendones o cañas, ésta
debe estar generalmente en los cascos, ya que allí las enfermedades no son
visibles. Al contrario de lo sostenido por el vulgo, las dolencias en las
paletas son raras y cuando se presentan síntomas en estos sitios la fuente
del mal puede estar localizada en las patas y
cascos. | |
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Los
sobrehuesos son crecimientos
de los huesos que aparecen generalmente en el metacarpo o caña hasta la
corona del casco, con frecuencia en la parte interior de la pata aun
cuando también en el exterior. Los sobrehuesos son visibles o evidentes al
tacto y pueden variar considerablemente de tamaño. Los sobrehuesos pueden
aparecer por golpes o por haber exigido al ejemplar, en especial a los
jóvenes, mas allá de sus limitaciones físicas. Algunos sobrehuesos no son
dolorosos y no tienen ninguna importancia, afeando solo el aspecto de las
patas del caballo, otros son intensamente dolorosos. La ubicación del
recrecimiento tiene mucho que ver con su gravedad, aquellas cercanas a la
rodilla pueden interferir con el libre movimiento de esta articulación y
es grave. Los sobrehuesos se llaman “vivos” cuando le producen visible
dolor al caballo al tacto. La predisposición a los sobrehuesos puede ser
hereditaria en especial cuando la madre tiene alguna deficiencia ósea, a
los productos o yeguas madres que presentan tal predisposición debe
tratársele con reconstituyentes óseos y vitaminas adecuadas. A pesar de
todo, los sobrehuesos pueden ser invisibles y pueden escapar a
identificación, convirtiéndose en un dolor de cabeza para el
entrenador. | |
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El
tratamiento común para los sobrehuesos es “quemarlos”. Algunos puntos bien
aplicados por un veterinario serán suficientes para detener el crecimiento
antes de que se complique y así tratados no mantendrán al caballo alejado
de la pista por mucho tiempo, puede matarse el sobrehueso mediante el uso
de un “tópico” adecuado, pero
este método según muchos entendidos es menos eficaz y debe marginarse en
casos graves. | |
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En
algunos casos el sobrehueso desaparece después del tratamiento, pero con
frecuencia queda el abultamiento que afea la pata del caballo aun cuando
se encuentre detenido y no doloroso. Años atrás se usaba el remover los
sobrehuesos raspándolos con un cuchillo o formón, pero este método
violento no tiene hoy aplicación. Los sobrehuesos muertos y no dolorosos
son ignorados por los expertos, ya que su presencia solo ofende a la
estética y no a la práctica. | |
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El
dar puntos de fuego o quemar a
un caballo no es una aplicación caprichosa del hierro candente a la
anatomía del ejemplar, sino la introducción metódica y científica del
calor en la estructura del tejido dañado. | |
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En
casi todas las dolencias de los huesos, previamente descritas, el problema
tiene su origen en la inflamación de la membrana exterior del hueso o
“periosteum”. La operación
de la quemadura tiene por objeto el endurecer y cauterizar la citada
membrana. | |
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Este
proceso no llega a ser tan doloroso como puede suponerse, ya que se aplica
previamente un anestésico local, apareciendo el dolor solamente al pasar
los efectos del anestésico y ello solo por unas
horas. | |
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El
tratamiento debe ser realizado solo por un veterinario calificado y avezado,
ya que no solo se precisa un exacto conocimiento del alcance perseguido,
sino también, la presencia de una mano cuidadosa y firme. Un hierro mal
manejado puede producir una lesión permanente. | |
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Si
ha de ser eficiente el tratamiento, la quemadura debe ser lo más intensa
posible, ya que toda aplicación a medias no tiene en fin de cuentas ningún
resultado positivo. | |
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La
quemadura no es solo un tratamiento para curar, sino para prevenir la
mayoría de las dolencias de las extremidades de los caballos. Algunos
entendidos tienen por costumbre el aplicar puntos de fuego a todos los
potrillos antes de que sean amansados y adiestrados, por razón de prevenir
y de evitar el haber pasado por alto pequeñas dolencias no
evidentes. | |
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Los
puntos de fuego de por si no constituyen el tratamiento completo, el
descanso o el periodo de tiempo en que el caballo ha de permanecer alejado
de la pista, es un factor igualmente importante. Cuando el tratamiento es
en una zona o dolencia menor y localizada, el caballo no permanecerá
alejado de la cancha, no obstante, quemaduras aplicadas en las rodillas,
cañas y tendones necesitan periodos de inactividad variables entre seis
semanas a seis meses. Si no se permite el periodo de tiempo suficiente
como para que la dolencia sane adecuadamente, se habrá perdido todo el
tratamiento. | |
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El
proceso de la quemadura es seguido de una aplicación de una pintura o
vejigatorio. Algunas personas acostumbran a realizar una sola aplicación
del vejigatorio, otros, por lo contrario, dan aplicaciones diarias,
durante los primeros días siguiente a la quemadura. Una vez aplicada la
pintura, ésta se ha de cubrir con algodón y vendas. La pintura o
vejigatorio es un compuesto a base de yodo, mentol, glicerina y otros
medicamentos. El vejigatorio formará una costra en la zona en la zona
tratada que luego habrá de desprenderse llevando consigo el pelo de la
zona, no obstante, el pelo crecerá de inmediato desde la caída de la
costra. | |
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Después
de haber vendado la zona tratada, deberá colocarse en la pata del animal
un entablillado o cerco de varillas de madera unidas por algunos cordeles,
lo cual tiene por objeto el evitar que el caballo pueda tocarse las
heridas con la boca y destruir los vendajes con los dientes. En algunos
casos y en especial entre potros, los vendajes
de cualquier índole les son molestos y trataran de arrancárselos, esto
puede evitarse coloreando con alguna tintura los vendajes blancos o bien
cubriendo los vendajes con un repelente al
olfato. | |
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Después
de haber tratado con puntos de fuego a un ejemplar, este deberá someterse
a ejercicio continuo, preferentemente largas caminatas en la mañana y en
las tardes. Algunos entrenadores omiten la caminata vespertina después de
transcurrido los primeros diez días de coalescencia, otros las mantienen
mientras el ejemplar no retorne al
entrenamiento. | |
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Cuando
el caballo es llevado de nuevo a entrenamiento, se notará la indecisión en
el uso de sus miembros, circunstancia que desaparecerá rápidamente, pero
si ello no sucede y persiste la condición, deberá examinarse la zona
tratada a fin de localizar cualquier adherencia o costra que pueda estar
molestando al ejemplar. | |
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Cuando
las dolencias tratadas son en las cañas, el caballo sana y se recupera
totalmente, no así cuando la dolencia ha sido en la rodilla o en los
tendones, en cuyo caso y por regla general, el ejemplar no vuelve a
adquirir la condición y capacidad demostradas previamente en la
pista. | |
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El
tratamiento de puntos de fuego puede aplicarse dos o tres veces seguidas,
pero di se hace una quemadura adecuada la primera vez, es raro cuando deba
repetirse el tratamiento en corto plazo. | |
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En
los tobillos aparecen algunos
sobrehuesos pequeños, generalmente colocados al exterior de las manos y
visibles antes de que sean dolorosos, cuando no se atienden debidamente
pueden causar fiebre y dolor con presencia de hinchazón, más al dejarlos
llegar a esta situación no pueden atribuirse sino a descuido por parte del
entrenador. | |
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Un
sobrehueso sumamente peligroso y grave es aquel que aparece sobre la corona del casco, circundándolo
en muchas oportunidades, no es fácil de diagnosticar cuando está en
proceso de formación, sino cuando ya se hace evidente y serio. No
obstante, se puede identificar el mal, observando la manera de caminar del
caballo, ya que este lo hace con rigidez del tobillo y colocando primero
el tacón del casco de las manos. Aun cuando este sobrehueso sea pequeño,
si interfiere con la acción de los tendones o coyunturas es muy grave y
puede ser incurable. Estos crecimientos se suceden debido a demandas
excesivas impuestas a los caballos antes de que el proceso de osificación
se haya completado o debido a torceduras o golpes en los tendones y
ligamentos; algunas heridas profundas en el casco, como aquellas causadas
por clavos o piedras pueden llegar a producir la inflamación que acarreará
el citado sobrehueso. En algunos lugares, los entendidos aseguran que la
propensión a desarrollar el sobrehueso de la corona del casco es
hereditaria, en realidad la pobre conformación ósea, que si es hereditaria, puede situar al caballo en
condiciones de adquirir este mal, ya que la estructura ósea no es capaz de
resistir los impactos engendrados por carreras en pistas duras. Esta
dolencia puede surgir también por deficiencias en el casquillado o por
mantener el tamaño del casco en forma
desproporcionada. | |
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Una
de las dolencias de los corvejones es la dilatación del
saco sinovial el cual se presenta en la parte interior o delantera del
corvejón. En casos graves puede inutilizar a un caballo de manera
permanente, no obstante, como dijimos anteriormente, la mayoría de las
dolencias en los corvejones no llegan a adquirir gravedad y los ejemplares
pueden correr normalmente aun con estas condiciones presentes. Esta
dolencia también se considera por muchos como hereditaria, desarrollándose
progresivamente y solo puede identificársele cuando ya está bien formada y
evidente. El caballo que sufra esta dolencia coloca la parte delantera del
casco primero, apoyándose luego en el tacón, generalmente después de
alguna indecisión en el paso, al dar el paso el corvejón se mantiene
rígido y la cadera opuesta cae básicamente. También puede detectarse la
dolencia si se toma la pata al caballo y se le estira por un momento,
cuando el caballo apoya la pata de nuevo si se le hace caminar, la
dolencia se evidenciará en su paso. | |
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En
la parte superior del corvejón y cercano al tendón “perfomatus” puede aparecer
otra dolencia, no tan evidente como el derrame del saco sinovial, la
hinchazón puede presentarse en ambos lados del corvejón, este mal no llega
a adquirir una condición grave. | |
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Las
dolencias en los corvejones pueden desarrollarse por excesivos esfuerzos
en esta coyuntura o por torceduras de sus ligamentos, tales como aquellas
que se suceden cuando un caballo pierde pie, resbalándose y tratando de
recuperarse de falta de pie. | |
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En
todas estas dolencias, la aplicación de tópicos o quemaduras adecuadas
pueden hacer sanar completamente al animal, no obstante, las quemaduras
tienen que ser bien aplicadas, porque de lo contrario se puede inutilizar
al caballo permanentemente y por ello no deben ser aplicadas por
inexpertos. | |
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Las
dolencias en las rodillas son
difíciles de diagnosticar, un caballo puede estar adolorido por mucho
tiempo de sus rodillas antes de que pueda precisarse el sitio de la
dolencia. En tales circunstancias, el experto habrá comprobado las paletas
y los cascos previamente como probables sitios de ubicación del mal. Es
posible, no obstante, notar un mal en las rodillas, por la forma de
caminar del caballo, ya que este camina colocando las manos en forma
abierta y hacia afuera en cada paso. Cuando el mal se hace evidente, lo es
generalmente por aparición de una hinchazón y la presencia de fiebre.
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La
mayoría de las dolencias de las rodillas se suceden por someter a exceso
de esfuerzos el mecanismo locomotor de los potrillos, casi no ocurre en
los caballos mayores de cuatro años, si el ejemplar ha llegado a dicha
edad sin haber sufrido de este mal, es raro cuando lo desarrolle. En
especial, por estas circunstancias, los mejores entrenadores dejan a sus
caballos más selectos fuera de carreras hasta la edad de los tres años, ya
que en muchas oportunidades se ha malogrado un gran caballo por haber sido
sometido a entrenamiento y competencia rigurosa en los dos años de
edad. | |
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La
aplicación de tópicos puede eliminar la hinchazón y el dolor, pero solo
temporalmente, ya que reaparecerá hasta que el caballo tenga que ser
retirado de la pista. Esta dolencia puede aliviarse por quemaduras, pero
aquí, dicho tratamiento no es tan efectivo como en otras partes de las
patas. Si se da un tiempo suficiente, después de haber sido quemado, un
caballo puede retornar a la cancha y ganar, pero no llegará nunca a la
forma o condición previa. Después de curados, los caballos que han sufrido
la lesión generalmente sienten la rodilla endurecida, obligándose entonces
a desarrollar un nuevo método o forma de correr o desempeñarse, lo cual le
toma tiempo al mismo ejemplar. El mecanismo de la rodilla es tan delicado
que un caballo puede dañarse aun dentro de su establo, si tiene por
costumbre el hacer saltos y otras acrobacias, propias de los potros,
golpeándose con las paredes del puesto. | |
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Un
golpe duro, una cortada profunda o una aplicación de puntos de fuego muy
intensa, pueden hacer escapar el líquido sinovial de la rodilla, dejando
la coyuntura inútil permanentemente, aun cuando algunos caballos pueden
recuperar el movimiento si se les da tiempo, no obstante, en tales casos
es imposible una recuperación total. | |
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Los
tendones dislocados o
arqueados toman la apariencia de cuerdas de un arco cuando se
encuentra tensado para el lanzamiento de la flecha; ello se debe a que la
dolencia se produce al romperse o estirarse los ligamentos que sujetan el
tendón flexor al hueso de la caña. Aun cuando un caballo con un tendón
dislocado puede recuperarse como para continuar su campaña, rara vez el
ejemplar podrá igualar la forma que tenía antes del
accidente. | |
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Esta
dolencia puede acontecer de varias maneras, en general es causada por un
esfuerzo superior a la resistencia elástica de los ligamentos que sujetan
al tendón, esto es posible cuando los caballos pisan mal, pierden el
equilibrio, resbalan tratando de recuperarse o bien en pistas muy blandas
donde la adecuada falta de pie hace pisar a los caballos en forma
desconcertada. Esta dolencia puede producirse también por un golpe
violento, pero es raro el caso; así mismo, un vendaje muy apretado o algún
elemento extraño introducido entre el vendaje o un casco mal herrado puede
contribuir a la dolencia al someter al tendón a un trabajo superior a sus
capacidades naturales. Este tipo de dolencias pueden clasificarse
accidentales, ya que la falta de cuidado del animal no es responsable por
el daño, sino las circunstancias propias azarosas de la carrera
misma. | |
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Un
caballo con un tendón en malas condiciones puede presentar fiebre e
hinchazón, al tacto puede notarse la dislocación fácilmente. Lo primero
que puede hacerse es disminuir la fiebre, sobre todo con reposo absoluto y
de inmediato, aplicaciones de manguera o compresas frías. Algunos
compuestos químicos se utilizan para normalizar el tendón dañado,
generalmente a base de alcanfor y glicerina, a veces se utiliza
gutapercha. Si la dolencia es grave, el descanso puede llegar hasta un
año, pero si se le aplica al caballo puntos de fuego para ayudar a sanar
más rápidamente, puede reducirse el periodo de descanso
considerablemente. | |
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Invariablemente,
el tendón después del tratamiento, se mostrará a la vista más grueso que
primitivamente, no obstante, tratamientos con fuego repetidamente pueden
mejorar esta condición. | |
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Gran
cuidado debe ejercitarse al tratar de entrenar a un caballo que se ha
recuperado de un tendón, no solo para evitar la recaída, sino para que el
mismo caballo, que instintivamente tratará de trabajar menos su pata
dañada, no ponga exceso de esfuerzo en la sana en tal forma que pueda
llegar a adquirir una dolencia similar en
ella. | |
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Los
ligamentos suspensores se
extienden desde la caña a ambos lados y hacia abajo hasta unirse a la
tibia, estos ligamentos están presentes en las cuatro patas del caballo,
no obstante, la dolencia por la índole del esfuerzo a que estas
extremidades están sometidas. Cuando el esfuerzo es superior a la
capacidad de los ligamentos, ambos o uno de ellos puede destruirse, bien a
lo largo, a través, en el punto de separación en la caña o en su anclaje
en los sesamoides. | |
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Cuando
ambas ramas de los ligamentos se deterioran la dolencia es inmediata y el
caballo queda casi imposibilitado para caminar, confundiéndose a veces la
dolencia con una fractura; el dolor es agudo, la fiebre e hinchazón se
presentan de seguido. Si solo la rama interior de los ligamentos se daña
la dolencia aparecerá gradualmente y con síntomas menos agudos. En todo
caso el caballo tratará de apoyar la pata en la parte delantera del casco
como en puntillas. | |
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Descanso
absoluto y aplicaciones de agua o compresas frías es lo más indicado para
iniciar el tratamiento y aliviar la dolencia inicialmente, luego un
periodo prolongado de descanso y puntos de fuego pueden a veces restaurar
los ligamentos y hacer útil al animal de nuevo. No obstante, un
recrudecimiento de la para quedará evidenciado afectando la buena
apariencia de esta. La ruptura de los ligamentos suspensorios es grave,
por cuanto es raro el caballo que puede retornar a la cancha después de
haber sufrido el accidente. | |
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Fuentes:
extraído de la revista Hípica Zuliana | |
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Anécdotas
Hípicas Venezolanas,
lunes
31 de julio de 2023 | |
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