Anécdotas Hípicas
Venezolanas presenta: | ||
Decadencia
de Leguisamo | ||
Editado
por Juan Macedo | ||
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El
mundo hípico hispano está asistiendo al discutido ocaso del astro Irineo Leguisamo. Hace poco, en Buenos Aires, Leguisamo perdió una carrera. Y el monstruo de las mil
cabezas lo abucheó hasta avergonzarlo. La prensa misma, que es reflejo del
pasado y del presente, se hizo eco del fracaso de Leguisamo. El Astro, el Monstruo, el Pulpo que cantó
emocionadamente Carlos Gardel
en un tango inolvidable, bajó la cabeza y se ovilló a los pies de treinta
años de gloria y de grandeza. Desensilló en silencio y se marchó a meditar
en su pasado, su presente y su futuro. |
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Buenos
Aires tenía (¿Palermo o San
Isidro?) no menos de treinta mil personas, aquella tarde, en sus
tribunas. De esas treinta mil personas, 25 mil, por lo menos, eran menores
de treinta años y escasamente los pasaban. Casi nadie sabe de Irineo Leguisamo otra cosa que leyendas. Y la furia del
apostador, unida a la pasión incontrolable del adolescente y del joven,
arremetió contra el monumento humano, contra la gloria americana que nació
en Uruguay, contra Leguisamo, para reducirlo a
la congoja. | ||
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Viejo
–ya tiene 56 años-, roto y con
un ojo menos, Irineo Leguisamo seguía mostrando su clase única como
látigo. ¿Cuántas veces corrió y
cuantas ganó? No es fácil decirlo sin el auxilio de la biblioteca y la
estadística. ¿Cuántas hazañas
cumplió? Tampoco es fácil decirlo donde poco se ha hecho de la
historia turfística americana. Leguisamo merecía
respeto. ¿Por qué no callaron las
tribunas bonarenses en vez de pitar al
Pulpo? Cosas del Turf, al que llaman Deporte de los
Reyes. | ||
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Irineo
Leguisamo
–dicen sus amigos- se sintió
herido. Primero pensó en que ciertamente lo había hecho mal. Luego pensó
que lo había hecho hasta donde su edad lo permitía. Pero rectificó y pensó
más bien que no estaba viejo, sino que tenía deficiencias físicas. Volvió
a rectificar –rebeldía del astro
que se niega a eclipsarse- y pensó que lo pitaron fuera de su patria.
Él no era argentino. Por eso le pitaban. |
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Y
Leguisamo se ha ido de Buenos Aires. Se presentó
por las canchas brasileras y allí lo acogieron en especial deferencia.
Bueno o malo, viejo o no, roto o entero, Irineo Leguisamo es gloria del turf americano y su
presencia es símbolo para el respeto y el reconocimiento de quien tenga la
dicha de verlo, aunque sea en la despedida, sobre la montura de un caballo
de carreras. Leguisamo fue un héroe de mil
leyendas hípicas. Y no en su tierra, sino en Buenos Aires, Paris de
América, Catedral del turf americano. | ||
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Su
nombre se unió definitivamente al del tanguista inmortal que fue Carlos Gardel. Amigo suyo,
guitarreros ambos en la madrugada de la estancia, receptivos fieles del
palpitar del pueblo y “burreros” de tónica especial, se
unieron, de cerca y de lejos en una amistad que el mundo entero
conoció. | ||
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En
el Buenos Aires de antes, allá por 1930 y 1933, comenzaba a sonar la
gloria extra patria del gran cantor criollo. Desde Paris venía,
atropellando, la sabrosa estampa pampera de un film: Luces de Buenos
Aires. Luego, Melodía de Arrabal. Y luego, otra vez, Buenos Aires, el
aplauso bueno para fertilizar la vanidad. Gardel regresó a su público
nuevo, pero se metió, de un viaje, en su querencia burrera. Hípico sin
parangón, fueron uno solo él, Leguisamo y Maschio. Carlos Gardel era generoso con
sus amigos. Pero su lograda riqueza en una gloria que tronchó
tempranamente la muerte, se quedó en las patas de los caballos en todos
los hipódromos del mundo. Sin embargo, conservó lo suficiente para tener
su propio Stud. Buenos Aires lo conoció como
Stud Las Guitarras. La suerte le fue
adversa y no llegó a lograr un crack. Amargura, Cancionero, La Pastora,
Explotó y Lunático fueron sus más renombrados
defensores. | ||
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Pero
por sobre todo, del Gardel hípico quedó para la historia de las “populares”, del “arrabal”, del tango y de los
burros, su amistad con Irineo
Leguisamo, el que mide y mide, manda y
manda, “con su muñeca y su gran
corazón”, puesta sobre la infinita belleza del tango Leguisamo Solo. | ||
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Y
de aquella amistad, que es historia de grandeza indiscutida, queda sólo el
tango, la anécdota y uno que otro viejo melancólico que quiera respetar a
Irineo Leguisamo. Para ellos, siempre, como en el tango
El Monstruo, está en su sitio: “…atrás va El Pulpo, alta la testa, la
mano experta y el ojo avizor…”. | ||
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El
Monstruo, El Pulpo, el Leguisamo Solo que cantó
y canta Gardel en su tango inmortal, dejó a Buenos Aires. Piensa recorrer
a América, con su freno, envejecido e irrespetado. Irineo Leguisamo tiene 56 años. Sin duda está
envejeciendo. Desde Brasil seguirá, en una despedida internacional, a
través de todas las capitales suramericanas. Mientras Gardel, el Rey del
Tango, seguirá payando su pasado y melancólico homenaje de amistad: “¡Leguisamo
sólo! Ya está el puntero y el Pulpo a la par; ¡Leguisamo sólo! Y el Pulpo cruza el disco
triunfal”. | ||
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Notas
del Editor:
A pesar de ese duro momento, Irineo Leguisamo continuó cosechando éxitos con la fusta.
Sus últimas victorias en Argentina las corrió montando a Bablino en
Palermo y a Mac Honor en San
Isidro, eso fue en diciembre de 1973 y se retiró de la hípica con un
triunfo en el Hipódromo de Maroñas en enero de
1974, montando a Fortimbrás, a la edad de
70 años. En su fructífera carrera logró 3.200 triunfos en hipódromos
argentinos (Palermo y San
Isidro), además de otras 300 disputadas en Maroñas, y en hipódromos de otros países como Chile,
Perú, Venezuela, Panamá, Ecuador, Colombia, México y Brasil. En 1980
recibió el Premio Konex de
Platino como el mejor jockey de la historia en Argentina. Dejó de
existir el 2 de diciembre de | ||
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Fuentes: Extraído de la columna “Hipismo en el Mundo”
por Sir ZZ (Francisco Andrade Álvarez) publicado en mayo de 1959 en la
Revista Gaceta Hípica, Wikipedia. | ||
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Anécdotas Hípicas
Venezolanas, viernes 26 de junio de
2015 | ||
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