Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Conversación con Pedro Baptista Priegues

Testigo de excepción en el Kentucky Derby ganado por Cañonero en 1971

Por Juan Luis Orta

 

Pedro José, escondido en el carro de su padre, siempre le acompañó al hipódromo desde que era un niño. Tener el privilegio de ser el hijo de Don Pedro Baptista, propietario de caballos dentro del Hipódromo La Rinconada le permitía estar dentro de las cuadras, asistir a los grandes clásicos también  a las carreras comunes, colaboró en el diseño del stud y por supuesto fue testigo de excepción, es decir, fue testigo presencial de la hazaña en el Kentucky Derby de ese extraordinario e inigualable caballo llamado Cañonero, con el cual viajó a California primero a una carrera preparatoria para la triple corona  y luego a los tres hipódromos donde se corre la triple corona de los Estados Unidos. En ese viaje a Kentucky acompañó a Gustavo Ávila, Juan Arias y Juan Quintero, cabe destacar que su padre Don Pedro Baptista no asistió y él, por designios del destino, recibió orgullosamente el trofeo con tan solo 17 años de edad.

 

Pedro José Baptista Priegues nació en la ciudad de Caracas el 2 de junio de 1954. Sus primeros recuerdos se remontan a mediados de los años 60. Pedro José Baptista tenía alrededor de diez años cuando los fines de semana acompañaba a su papá a los traqueos a escondidas de su madre quien cuando despertaba no lo encontraba en la casa, pues ya se había ido al hipódromo.

 

Él nos comenta: “Recuerdo una situación simpática pues, en ese tiempo no se permitían menores de 14 años en las instalaciones del hipódromo y mi papá me escondía debajo de su saco, acostado yo en el piso del vehículo. Ir al hipódromo en esos años era toda una aventura, el ambiente, los olores y la actividad de los establos, rodeado de esos majestuosos y dulces animales fue toda una experiencia inolvidable. El participar aunque sea como espectador de todo lo que ocurre en un establo, cuadra como se llaman en Venezuela, a esas horas de la mañana es y será siempre un “viaje” a mundos fantásticos, y más aun con un ser tan apasionado como lo era mi padre, quien sabía las raciones de alimentos que comía cada caballo en la cuadra y conocía el peso de cada uno de sus ejemplares, además instruía a los caballerizos, detalles para el buen trato y la alimentación de sus caballos, sin olvidar sus instrucciones en el proceso de  amanse y los trabajos en la cancha, situación que creaba un conflicto con los entrenadores, para ese entonces mi padre era propietario solamente de ejemplares criollos, criados en los Haras Cocotío y San Luis. Entre tantos recuerdos está el de mi padre dedicando su tiempo de forma ilimitada al estudio del Pedigree, tanto de caballos criollos como importados. Así es como nació una de las más grandes bibliotecas de Dosage en Venezuela. Esta información es desconocida por muchos. Su tutor fue Don Nicolás de las Casas, gran conocedor del negocio de la cría del purasangre en Venezuela”.

 

 

Pedro José Baptista continúa con su comentario: “Recuerdo una yegua llamada Hasty Nance y un macho llamado Super Sixties, nombre elegido por mí, así como los colores, predominaba el color marrón, porque me gustaba y todavía me gusta mucho el chocolate. La selección de nombres fue también un proceso muy divertido pues cada nombre tenía una historia, por lo general jocosa, así como lo era el diseño de las camisetas de los jockeys (jinetes), sin dejar a un lado la creación de los nombres para los stud, o nombres ficticios para la propiedad de los ejemplares. De esa época recuerdo a: Pata Pata, Tolete, Díscomo y Léxico por mencionar algunos”. De los stud nos cuenta Baptista Priegues que el nombre VIGLAYAPE, el más famoso y exitoso de todos los stud que tuvo su padre, cuyo nombre todavía tiene vigencia en la fachada de la sede del Colegio de Profesores, en las Palmas en Caracas, sitio en el cual estaba la vivienda de la familia, aclara nuestro entrevistado que el término Viglayape tiene el significado de las siglas: VI por Vicenta, GLA por Gladys, YA por Yajaira, y PE por Pedro. Vicenta nombre de su madre, Gladys su hermana mayor, Yajaira su hermana intermedia y Pedro por él. Recuerda el entrevistado que Yajaira se llamó una yegua en El Paraíso.

 

Con referencia a Cañonero nos dice: una vez adquirido Cañonero mi papá comenzó a estudiar inmediatamente su pedigree, me acuerdo claramente de ese momento, Cañonero fue comprado con otro ejemplar, Comenve, que Don Pedro había encargado para que fuese adquirido en una subasta en los Estados Unidos, por lo cual, ya de ese ejemplar se conocía su pedigree. Una vez que Juan Arias había trabajado en la recuperación física de Cañonero y se iniciaron los primeros trabajos en cancha ya Papá tenía su intuición con relación al futuro de Cañonero. La primera carrera fue una sorpresa para todos menos para él, pues estaba tan seguro de su victoria que le montó un jockey inexperto y perdedor, quien estaba muy agradecido por la oportunidad dada. Cañonero nunca fue un ejemplar de buenos trabajos en cancha y de alguna manera era un “malcriado” de la cuadra, pero para mi padre el espíritu del campeón estaba allí”.

 

Con respecto al viaje a Kentucky, Pedro José Baptista nos comenta:Yo particularmente no sufrí las penurias del largo viaje, pero indudablemente todos sentíamos gran preocupación a medida que las noticias de las calamidades del viaje llegaban a nuestro conocimiento, la logística para resolver situaciones era muy complicada, solo existían las comunicaciones vía telefónicas, terrestres y telex. Aunque sí existían limitaciones con el dinero, éstas han sido exageradas por la prensa y los comentarios públicos. Las empresas de mi papá estaban en total funcionamiento, pero las demandas del mundo hípico eran grandes y exigentes y eso motivó los exagerados rumores que surgieron en ese momento”. En otra de sus anécdotas nos cuenta que el cantante Mario Suárez era un hípico de corazón y tenía algunos caballos. Recuerda que una vez en su casa hizo el siguiente comentario: “los caballos se comen los discos de canto y los casetes de música como spaghetti” El comentario le quedó grabado para siempre, porque su familia vivió lo que eso significa, sobre todo con su papá quien llegó a tener en un año más de cien ejemplares. “Yo tenía mucha fe y recuerdo que como egresado del colegio La Salle era un gran católico practicante e hice una promesa a la Virgen de Coromoto para que todo saliera bien”.

 

 

En otro orden de ideas “al ganar Cañonero, como dicen en inglés “Life Changing”, yo había vivido muchos éxitos hípicos importantes en Venezuela, pero ser protagonista principal del evento más importante del Deporte de los Reyes, es algo difícil de explicar sobre todo si es un batacazo. Aunque fuimos ignorados antes de la carrera, todo cambió después de la victoria, pues reconocieron nuestro sorpresivo triunfo, así que vivimos todas las celebraciones en general y el éxito de Cañonero, así como el trato de la realeza y todo lo que se obtiene con el triunfo de tan importante carrera en USA. Particularmente en lo personal, yo estaba muy feliz de saber que el sueño de mi papá Don Pedro Baptista se había hecho realidad”.

 

 

Al ganar Cañonero el Kentucky Derby en 1971 digamos que hubo un inesperado tumulto de personas, unas conocidas y otras no quienes se lanzaron a la pista y recibieron a Cañonero para tomarse la foto en el paddock de ganadores. En mi caso, de manera organizada me tomaron del brazo y con mucha disciplina me llevaron al palco para recibir el trofeo del ganador del Kentucky Derby de 1971. En realidad, las personas que aparecen en las fotos del paddock inferior, menos de la mitad podría decirte quiénes son, muchas eran personas del ambiente de cuadra que colaboraron con Juan Arias y el bienestar del caballo durante su estadía en Churchill Downs, pero recuerdo en especial a tres amigos de mi papá, uno que trabajaba al ejemplar en las mañanas, un asistente puertorriqueño de un trainer norteamericano y un entrenador de Panamá. Al ganar fuimos recibidos en el palco por todas las autoridades del Churchill Downs, la reina de belleza del estado, y representantes de la gobernación. La buena vibra del ambiente y la felicidad eran contagiosas. El protocolo continuó en los espacios internos del hipódromo de Churchill Downs. En esos tiempos se hacían las llamadas vía operadora, pero cuando logramos comunicarnos, ya en Venezuela lo sabían porque la prensa se enteró casi de inmediato al terminar la carrera y se comunicaron para informarle lo sucedido a mi padre. De hecho, su primera entrevista vía televisión en Venezuela fue con Omar Lares. Al conversar con mi padre compartimos la alegría y por supuesto me preguntó cómo estaba Cañonero”.

 

 

En relación al Preakness Stakes de 1971 “la experiencia fue diferente, éste fue mucho más organizado antes y después de la carrera con referencia a los actos protocolares, la celebración fue más pausada, pero con mayor reconocimiento por parte del hípico norteamericano. Además, la carrera fue todo un espectáculo. Yo estoy viendo carreras desde que soy niño y hasta el día de hoy nunca he visto una carrera que se le pueda comparar”.

 

En relación al Belmont Stakes de 1971 “la experiencia fue diferente, sin comparación con las dos anteriores, ya que existía un ambiente festivo en general y por supuesto lo compartía, pero al mismo tiempo siendo parte íntima de la familia, podía percibir un alto grado de duda y nerviosismo ya que, había compartido muchas carreras de caballos con mi papá y él sabía, casi con seguridad, cuando su caballo iba a ganar o cuando iba a perder y definitivamente mi papá no estaba muy seguro de la victoria de Cañonero en el Belmont Stakes. El ambiente en el hipódromo era impactante, ya que, se había batido record de asistencia y las tribunas estaban totalmente repletas de venezolanos tocando música venezolana y desplegando banderas de Venezuela”.

 

 

Mi experiencia al ser recibido en Venezuela, después de la hazaña de Cañonero fue muy agradable. Esta comenzó desde que nos montamos en el avión de Viasa. Era una sensación como dicen de “Ricos y Famosos”. Yo dondequiera que iba era reconocido y saludado con entusiasmo y deferencia”.

 

En relación a la venta de Cañonero “te puedo decir que nuevamente esa experiencia comenzó conmigo, ya que, luego de perder el Belmont de 1971, mis familiares y amigos regresaron al hotel, pero yo permanecí en las instalaciones del hipódromo y terminé en un festejo de cuadra, algo que se estila mucho en el ambiente de los hipódromos de USA. Allí se me acerca un señor con un sombrero muy peculiar hablando español “machucado” era Mr. Kleberg, quien me expresó su interés por comprar a Cañonero. Allí mismo desde la cuadra, me comuniqué con mi papá, los puse en conversación y como dicen el resto es historia. Después del Belmont los intereses cambiaron y también las expectativas como propietario de mi papá. También influyeron el inicio de la decadencia de la Hípica Venezolana de esa época de oro la cual estaba en movimiento acelerado y también influyó mucho la prohibición de correr ejemplares importados para el año de 1976. En esos momentos teníamos varios caballos importados y tuvimos que venderlos todos”. 

   

 

La experiencia al recibir el Eclipse Award con mi padre fue especial, ya que, cuando asignaron los Eclipse Award para ese año, Cañonero estuvo nominado, pero ya nosotros no éramos propietarios de Cañonero, así que no nos correspondía recibirlo, pero Mr. Kleberg y mi papá hicieron una muy buena relación y ambos estaban alineados en sus principios de honestidad y rectitud. Nosotros recibimos una llamada en Caracas de Mr. Kleberg quien nos invitaba a toda la familia a que asistiéramos al evento como invitados por él. Lo más peculiar de todo esto era que ni nosotros, ni los organizadores del evento sabían que se traía entre manos Mr. Kleberg, pero una vez anunciado el galardón ganado por Cañonero, el recinto se mantuvo en silencio por un momento y fuimos nosotros escoltados hasta el podium para recibir el premio Eclipse Award. Sin duda alguna fue un momento inolvidable, ya que Mr. Kleberg decía que Cañonero se ganó el premio Eclipse Award bajo la tutela de Don Pedro Baptista, no bajo su propiedad. Fue un evento de mucha categoría, lujo y clase. Recuerdo que llegamos al Hotel Pierre, uno de los hoteles más clásicos de la ciudad de New York, propiedad de Mr. Kleberg en ese momento”.

 

En relación a mi vida personal, mis estudios y trabajo, luego de vender a Cañonero, te puedo decir que antes de los viajes y las carreras de Cañonero, ya había dejado los estudios y trabajaba en las fábricas de mi papá. Dejé los estudios en tercer año, tiempo después en los Estados Unidos, luego de casarme y divorciarme, retomé todos mis estudios hasta terminar y graduarme en la Universidad. Por lo sucedido en el hipismo venezolano con relación al cierre de la importación en 1975, yo me dediqué a vender a todos nuestros ejemplares importados los cuales teníamos en Venezuela llevándolos al mercado Internacional. Yo viajé por los hipódromos de Florida, California, Nueva York y Canadá hasta que los vendí a todos. Estos eran caballos importados nacidos en Kentucky, pero ya no podían correr más en Venezuela. Luego, compramos otros ejemplares y los corrimos en Florida, aunque yo seguía trabajando en las fábricas de mi papá en Venezuela. Esta dinámica persistió por aproximadamente 3 años”.

 

Hablar de héroes anónimos o personas especiales, quizás desconocidos por el público hípico en las victorias de Cañonero en el Kentucky Derby y en el Preakness Stakes, te pudiera decir que si comenzamos antes del Kentucky Derby de 1971, como lo expresa “Tobi”, el abogado y escritor Milton Toby (@mittoby) en su libro escrito en inglés sobre la historia de Cañonero titulado “From Rags To Riches” no fue un “Upset”, es decir, la gente atribuye todo lo bueno que pasó a la suerte o a lo místico, y aunque si hubo algo de suerte, no hay que negar que la experiencia en el hipismo y lo soñador que era mi papá con su voluntad de cumplir su sueño y embarcarse en la aventura de Cañonero influyó en todo lo que pasó”.

 

 

Con referencia a la carrera de Del Mar y al Kentucky Derby “mi papá llamó a un amigo muy importante para nosotros. Él era un entrenador uruguayo-argentino, conocido en el ambiente hípico Internacional como “Red” a quien mi papá lo llamaba “Colorado”, él era todo un personaje extremadamente gordo, pelirrojo, lleno de pecas, súper simpático y adorable. En una pizarra gigante en mi casa, tenía todo un análisis de los ejemplares que posiblemente asistirían al Kentucky Derby con lo cual diseñábamos las posibles estrategias y como debía correr Cañonero ante ellos, de allí fue donde nació la idea de ir a California a correr en el Del Mar Futurity, y allí fuimos con Red, sin mi papá, con dos amigos y el conocido jockey el Loco Ferrer”.

 

 

Volviendo al tema del Kentucky Derby de 1971 “después de ganar la carrera, ciertamente estábamos un poco fuera de lugar con la presencia del señor Henry Lord Boulton y su esposa quienes nos sorprendieron al verlos salir del Jockey Club para acompañarnos en el paddock. Él fue una ayuda importante para nosotros y lo hizo sin solicitar ninguna figuración. Henry Lord Boulton y mi papá se respetaban y apreciaban mucho el uno al otro”.

 

Finalmente, te puedo decir que yo aprendí de la hazaña de Cañonero en una edad muy oportuna para obtener una buena lección que quien tiene un sueño nunca debe perder la fe y siempre debe perseverar. También aprendí que la fama hay que tratarla con mucha distancia y respeto, ya que puede terminar siendo peligrosa, no menciono el dinero porque ya mi papá tenía suficiente para la época de Cañonero. Aprendí que las acciones tendrán resultados positivos y permanecerán en el tiempo si nacen del amor. Aprendí que la ingratitud es más rápida y permanente que la gratitud, más el amor y la compasión la convierten en una lección que enaltece al alma”.

 

Sin lugar a dudas Cañonero representa un antes y un después para el hipismo venezolano, el caballo es un reflejo de quien lo cría, de quien lo compra y de quien cree en él y en buena medida el éxito perdurable de Cañonero en la historia está medido por la extraordinaria familia Baptista quienes fueron los artífices de esta gran hazaña irrepetible hasta el día de hoy.

 

Autor:  Prof. Juan Luis Orta

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Anécdotas Hípicas Venezolanas, viernes 31 de marzo de 2023

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