Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Aga Khan IV, sus inicios en el hipismo

Editado por Juan Macedo

 

Shah Karim al-Hussayni, el Aga Khan IV, nació el 13 de diciembre de 1936. Es el actual Imán de los musulmanes chiitas ismaelíes nizaríes. Ha estado en esta posición y ostenta el título nobiliar de Aga Khan desde el 11 de julio de 1957, cuando a la edad de 20 años sucedió a su abuelo.

 

El Aga Khan de hoy pudo diferenciarse de su antecesor en que no le gustaban los caballos de carrera. Muy rara actitud en quien es hijo y nieto de dos de los hípicos más importantes de cualquier tiempo.

 

Karim fue nieto del Aga Khan III, poderoso jefe espiritual de los Ismaelíes. Se tenía entendido que el sucesor, a la muerte del último, sería el Príncipe Aly Khan, famoso en el mundo de los caballos de carreras. Pero el viejo y sabio Aga Khan designó sucesor a Karim, nieto nacido del matrimonio de Aly Khan en una noble británica. Karim era un muchacho metido en el mundo de las universidades, ajeno al de los hipódromos. Sólo conocía la gran vida deportiva y universitaria.

 

A la muerte del Aga Khan III, Karim se encuentra como jefe espiritual de su secta. Era muy joven y no se ha hecho dar en joyas, como regalo de cumpleaños, su peso físico. Tampoco seguirá como cabeza visible de una de las caballerizas más famosas de Europa. Para él la universidad y el deporte eran todo. No quiere nada con los caballos. Pero alguien le habla de la tradición de la familia, de las glorias pisteras del abuelo y del padre, de la inmensa organización hípica que tienen en Europa. Y Karim admite que se mantenga la tradición hípica de la familia pero declara que él no es aficionado a las carreras de caballos.

 

Según la ley musulmana, la herencia no pasa a uno solo de los herederos. De suerte que el Príncipe Aly Khan tuvo que comprarles a los otros herederos el resto de las caballerizas de su padre. Para costear dicha operación, Aly Khan tuvo que vender propiedades suyas y algunos buenos caballos. De 300 cabezas tuvo que vender 100 por lo menos.

 

Se preparó para afrontar una crisis ya que no tenía caballos ganadores a la vista. Además, la producción de potrillos había bajado de 56 a 12 por año. Karim dejó que su padre Aly procediese a gusto “él sabe lo que hace”.

 

Experto como pocos, Aly Khan trabajó intensamente en compañía de sus asesores y administradores de los diversos haras franceses, británicos e irlandeses. Recuperó el más alto nivel productivo y tenía todo listo para comenzar a cosechar utilidades.

 

El Príncipe Aly Khan muere trágicamente en un accidente automovilístico en 1960. Es el fin de la divisa hípica del Aga Khan, que el abuelo y el padre muertos han defendido con bravura. Karim se enfrenta de nuevo a la obligación de ser o no ser hípico “no soy hípico. No entiendo eso y además no me gusta”.

 

Pero la presión sentimental y financiera es tremenda. Por un lado se trata de salvar la tradición hípica de la familia. Por la otra se trata de no abandonar una empresa costosa que está salvada y a punto de rendir grandes frutos. Karim cede a las presiones diciendo “continuaré la tradición hípica de mis antepasados”.

 

Entonces tiene que hacer lo mismo que su padre. Compró todo lo que éste obtuvo para sí a la muerte del viejo Aga Khan. Karim recibe un balance y pagó tres millones de dólares por los establos de su padre. Ahora es dueño de todo lo que pudiera corresponderle a Yasmin y Amín, sus hermanos.

 

Cuando entra en posesión de los establos, Karim Aga Khan IV recibe 110 purasangres listos para producir dinero en las pistas.

 

Se metió en los hipódromos. Primero, muy cautelosamente. Después, con intención y más frecuencia. Joven, rico y monarca espiritual de una secta famosa en el mundo, amén de ser figura prominente de la aristocracia británica y del mundo universitario y deportivo mundial, Karim encuentra acogida calurosa en los hipódromos. Todos le rodean y le brindan simpatía. El hipismo lo va conquistando poco a poco y un día se atreve a declarar “los caballos son distracción y negocio”.

 

Un hípico famoso no entiende y le pide aclaración. Karim respondió “cuando un establo se ve envuelto en una gran inversión, deja de ser distracción para convertirse en empresa”.

                                                                                        

Después habla de negocios hípicos. Explica que en Francia está todo listo para producir y nivelar con ganancias las inversiones hechas. Habla de los dividendos que se estiman con la venta de potrillos y los servicios de sus padrillos.

 

Era un cálculo. A veces fallan. Pero Karim ya los hacía. Estaba en el hobby y el negocio. Entre la diversión y la empresa. Pero era hípico.

 

Sus establos de Francia e Irlanda han recuperado su standard máximo de producción. Cosechan 56 animales por año. Vende todo o lo que se puede. No se reserva nada especial. Corre lo que no le compran. Pero no engaña a los compradores vendiendo lo malo y reservándose lo bueno.

 

Las caballerizas de la divisa del Aga Khan que continuó Aly Khan, están respaldadas por Karim, el nuevo jefe de la secta ismaelí.

 

Karim pasa su tiempo entre los hipódromos, sus carros deportivos, sus yates, avión privado, un chalet en Los Alpes, otro en la Riviera y una mansión en Paris.

 

Mientras tanto, la divisa hípica sigue en el tope de su fama. Y Karim ya entiende el hipismo, le gusta y es figura popular en los hipódromos franceses, británicas e irlandeses.

 

Fuentes: extraído de la revista Turf de noviembre de 1964.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, sábado 31 de octubre de 2020

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