Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Ricardo Giardinella

Por Carlos Luis Giardinella

 

Por primera vez escribo esta columna con lágrimas en los ojos y con el corazón dolido, hoy no hablaré de hipismo pero si de un gran hípico, mi padre Ricardo José Giardinella Rivas, que el pasado sábado 8 de octubre de 2016 dejó de existir en cuerpo presente, pero quien seguirá vivo eternamente en cada zancada de un purasangre, en cada timbre de partida, en cada programa radial o televisivo donde se hable de caballos, ahí estará presente mi viejo. Ese gran padre que hasta su último día estuvo hablando de caballos. Nació el 26 de julio de 1952.

 

 

Allí en su lecho de muerte, se apartaba la mascarilla de oxígeno para decirme que ese día había carreras, que no se me olvidara grabar su amada mensajería de texto y recordándome su última línea Patt Coro, que ganó galopando el domingo como haciéndole un homenaje.

 

Sé que él no leerá estas líneas, pero me quedo con la satisfacción, con todo el sentimiento de amor inmenso que hay en mi corazón se lo expresé en vida, del que hasta el último minuto estuvo a su lado luchando con él, acompañándolo en su batalla y dándole el respaldo que siempre demandó.

 

Quedo con la tranquilidad de que partió con el Señor, de que oramos juntos, leímos la biblia, nos tomamos de las manos y le transmití paz.

 

Agradezco a Dios que no le haya causado sufrimiento, que antes de morir, entró como dijo mi madre en un “Sueño Divino”, ese sueño divino que él mismo pedía en sus oraciones para la hora de su partida.

 

Todo lo que soy como ser humano, como profesional, se lo debo a él, recuerdo lo orgulloso que estaba de esta columna, de cada línea que escribía, tenía una hemeroteca personal de mis trabajos periodísticos y hasta mandaba a enmarcar los reportajes que más le gustaban y siempre me decía lo orgulloso que estaba de que yo siguiera sus pasos; incluso el trabajo que tengo en este medio desde hace 11 años se lo debo a él, a una llamada telefónica que le hizo al recordado Ángel Gutiérrez, quien también partió de este mundo.

 

Agradezco públicamente al personal de la Clínica Sanatrix, una institución médica donde los valores de la vida prevalecen por encima de lo comercial; agradezco a sus médicos: Milka Marín, Luis Hernández, Johnny Ramos, Jesús Juan Ceballos, Genaro Ceballos, Daniel Gutiérrez, María Princesa Ramos, Tomás Contreras, Ailiseth Pino, Simón Vegas, Gabriela Blanco y Héctor Muñoz.

 

A José Carlos Ortiz y toda la familia Ortiz, que estuvieron con él en todo momento, a todos ellos gracias por hacer nuestra lucha suya y batallar sin cansancio por salvar a mi padre.

 

Gracias a mi madre, su adorada Onilda Amor, por ser su bastón. Agradezco a Dios, porque ahora, como decía el pasaje bíblico favorito de mi padre “en lugares de delicados pastos lo hace descansar”. Te amaré siempre mi viejo hermoso, mi tesoro, gracias por tanto. 

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, sábado 17 de diciembre de 2016

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