Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Miguel Otero Silva

Primero Hípico que Poeta

Por Lic. Juan Carlos Rodríguez O.

 

Nació en Barcelona, estado Anzoátegui, el 26 de octubre de 1908 y murió en Caracas el 28 de agosto de 1985. Hijo de Don Henrique Otero Vizcarrondo, fundador del Diario El Nacional; y de Doña Mercedes Silva Pérez. Miguel Otero Silva fue escritor, humorista, periodista, político y hombre de la  HIPICA. La biografía de este célebre venezolano la veremos en dos secciones, la Primera: Su vida como INTELECTUAL y la segunda como HIPICO.

 

 

Como INTELECTUAL:

 

Su formación educativa la recibió inicialmente en su ciudad natal Barcelona (Primaria). El bachillerato lo cursa en el Liceo San José de Los Teques y  posteriormente, en el Liceo Caracas, donde era Director el escritor venezolano Don Rómulo Gallegos (1884-1969); en este liceo fue compañero de jóvenes como Rómulo Betancourt, (1908-1981) y Jóvito Villalba (1908-1989). Luego de concluir la secundaria en 1924 con tan solo 16 años, inicio estudios de ingeniería civil en la Universidad Central de Venezuela, los cuales no culminó. En 1949, Miguel Otero Silva se graduó de periodista en la Universidad Central de Venezuela y presidió la Asociación Venezolana de Periodistas.

 

Sus primeros pasos como poeta y humorista los inició en 1925, al publicar su primer poema en la revista Elite. Asimismo, escribe en el periódico Fantoches y en la revista Caricaturas.

 

Sus primeros pasos como político y periodísta los da en 1928 cuando publicó en compañía de Arturo Uslar Pietri (1906-2001), Carlos Eduardo Frías (1906-1986) y Antonio Arráiz (1903-1962), en la revista Revista VALVULA un escrito periodístico de Vanguardia, el cual no fue bien recibido por el régimen de Juan Vicente Gomez (1857-1935), por estas y otras razones Miguel Otero Silva tuvo que irse al exilio entre los años 1928 y 1940, en ese lapso solo vivió en Venezuela dos años, haciendo política dentro del Partido Comunista de Venezuela. En el año 1929, participó en el asalto a la isla de Curazao y la posterior invasión de Venezuela en la lucha contra el General Juan Vicente Gómez.

 

 

Fundó en 1941, los semanarios El Morrocoy Azul y Aquí Está. En 1943, su padre Henrique Otero Vizcarrondo fundó el diario El Nacional, siendo  Miguel Otero Silva su primer jefe de redacción. El año 1946 fue trascendental en su vida, se separó del partido Comunista de Venezuela y contrajo nupcias con el gran amor de su vida Doña Maria Teresa Castillo (Periodista), de esta unión nacieron Miguel Henrique (Actual director de EL NACIONAL) y Mariana. En 1958 fue elegido Senador por el estado Aragua, En 1967, Miguel Otero fue elegido individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua. En 1980, recibió el Premio Lenín de la Paz, equivalente soviético del Premio Nóbel de la Paz, siendo el único venezolano al recibirlo en toda su historia.

 

Su vida como escritor fue muy fructífera, escribiendo entre otras obras las siguientes: Fiebre (1931) -Agua y Cauce (poesía, 1937) -Casas Muertas (1955) -La Muerte de Honorio (1958) -Oficina Número 1 (1961) -La mar que es morir (poesía, 1965) -Poesía hasta 1966 (poesía, 1966) -Cuando quiero llorar no lloro (1970) -Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (1975) -La piedra que era Cristo (1984)

 

 

Como HIPICO:

 

Nació en 1908 el mismo año en que se inauguró el Hipódromo Nacional El Paraíso, su padre Don Henrique Otero Vizcarrondo, hípico de corazón, aficionado y propietario de caballos de carreras, llevó desde niño a Miguel al Hipódromo El Paraíso, en esas tardes llenas de colorido y emociones Miguel vio ganar muchos caballos de su padre, pero no fue sino hasta 1949 cuando Don  Henrique logró “un campeón”,  SUD OSCURO (Chile, 1945, Firmament en Mala Seña por Gaulois), ganador en quince (15) oportunidades, siempre preparado por Julio Castro Ruiz y conducido y llevado a la victoria en doce oportunidades por Raúl Bustamante.

 

Su vida como propietario trascurrió sin mucha suerte, pero como todo buen amante del hipismo, los domingos con un grupo de amigos disfrutaba las carreras en la tribuna del Jockey Club, siempre con la ilusión de tener un campeón.

 

La suerte y el buen ojo lo premió en el año 1965 cuando debutó un ejemplar comprado en Argentina de cara blanca y de espectacular porte, "el campeón" White Face (Arg, 1962, Claro en Aubaine por Tónico), llegando en segundo lugar, preparado por Domingo Noguera Mora y conducido por el campeón de la época Gustavo Ávila en la tribuna se escuchaban los gritos y risas en la mesa de Miguel Otero Silva “...Este año si tengo un Campeón...”.

 

Ciertamente Don Miguel Otero disfruto “de lo lindo” a su campeón White Face el cual concluyo su campaña con 28 actuaciones para 10 triunfos y 5 segundos, retirándolo a la cría a finales de 1966. Las grandes emociones con el campeón White Face, continuaron años después cuando sirvió de reproductor, dando a grandes campeones como: Caripote, doble coronado en 1973; Radiodifusor, Campeón tresañero en 1977; El Isiro, Campeón 4 y más años en 1978; Auroreño, Campeón dosañero en 1977. Obtuvo el liderato de la estadística general de sementales de los años 1977 y 1978, además del liderato de sementales con productos dosañeros de 1977.

 White Face

 

El 15 de mayo de 1965 ganó el tordillo Calfucó (URU, 1962  por Cronos en Clásica), propiedad de Don Miguel Otero, ese día la comitiva que siempre acompañaba al feliz propietario celebraron el triunfo de este potro sin imaginarse la trascendencia de dicho triunfo. Preparado por Domingo Noguera Mora y jineteado por el aprendiz que nunca había ganado una carrera oficial en La Rinconada, Ángel Francisco Parra, este jinete se convirtió el 4 de noviembre del 2000 en La Rinconada, en el tercer jinete venezolano en arribar a las 2000 victorias en el hipismo venezolano.

Angel Francisco Parra

 

En abril de 1975 el potro de tres años Arañazo (VEN, 1972, por Viclaro en Mayonesa) logró adjudicarse Gran Premio Selección de Fedeharas en 1600 metros agenciando 99”1, preparado por Domingo Noguera Mora y conducido por el ya experimentado y ganador de estadísticas Ángel Francisco Parra, como era tradicional y natural en los propietario, Don Miguel Otero Silva y Don  Eberto Castro Pimentel, disfrutaron este triunfo como si fuese el primero.

 

El 15 de septiembre de 1975 nuevamente Arañazo le dio una gran satisfacción a Don Miguel Otero Silva, ganando el Clásico Cavepro en tiempo de 128”4 para los 2000 metros, derrotando nada mas y  nada menos que a Gran Tiro, el futuro ganador del Clásico Simón Bolívar frente a importados tales como Set N' Go, Léxico y Eso. Nuevamente la historia le hizo una jugada a Don Miguel Otero Silva, pues para el jinete de Arañazo era su primer clásico ganado de los 219 que ganaría de por vida (record en Venezuela), el jinete aprendiz Juan Vicente Tovar.

 

 

Don Miguel Otero Silva como propietario de caballos formó parte de los siguientes Studs: Miguel Otero Silva, Morrocofin, Temuco, 26 de julio y en sociedad con sus grandes amigos Pedro Juliac, Francisco Andrade Álvarez y Carlos Eduardo Frías (también escritor) con los ejemplares Daga, Capachero (Retrechero)  y  Montmartre.

 

Dentro del circulo de amigos y escritores que siempre rodeaban al hípico Miguel Otero Silva se recuerda muchas anécdotas donde “El Escritor se conjugaba con el Hípico“.

 

En 1962 en la ceremonia de bautizo de la obra literaria de Luis PastoriElegía sin fin”, Miguel Otero Silva pronuncia las palabras de orden y  por su condición de humorista y de hípico se salió del acto solemne pronunciando las siguientes palabras elogiando al poeta Luis Pastori:

 

“...Nada mas natural que Luis Pastori y yo seamos amigos, Ambos somos Poetas, ambos somos Hípicos, el con su caballo COME CANDELA de carreras largas y yo con mi MONTMARTRE de tiro corto; ambos somos adictos al trago, aunque en asuntos de tragos el de carrera corta es Pastori y yo el de carrera larga...”.

 

El domingo 6 de julio de 1967 el escritor uruguayo Emir Rodríguez Monegal escribió en su diario personal una breve historia de ese día en las instalaciones del Hipódromo La Rinconada, copia textual:

 

... “Hoy es día libre, o mejor dicho: casi. Sólo hay un almuerzo monstruo en el Jockey Club, que está en lo alto del Hipódromo. Voy con Simón Alberto Consalvi y Fernando Alegría. Este último es gran aficionado al deporte de los reyes y, como lo certifica una de sus mejores novelas, Caballo de copas, lleva su afición a la práctica misma. Me dejo arrastrar por el entusiasmo ajeno y me veo envuelto en una conversación brillante sobre jockeys, studs y caballos, sobre todo caballos. El Hipódromo es una glorificación cinemascópica de los sueños de Pérez Jiménez. Parece diseñado para Gregory Peck y las cámaras de la 20th Century Fox. Desde el piso alto, donde comeremos, hay una perspectiva descomunal sobre la pista y sobre Caracas que se extiende entre cerros y rascacielos, bajo un cielo luminoso. Mientras almorzamos se corren algunas carreras y no hay manera de tener a la gente en sus asientos. En la sala misma hay ventanillas para las apuestas y es un ir y venir que se convierte al cabo en la más fantástica ronda. Hay como un entusiasmo infantil por probar la suerte. Los profesionales (Alegría pero sobre todo Miguel Otero Silva que tiene un caballo hoy) alternan con los amateurs. Mario Vargas expone algunos bolívares del premio que todavía no ha cobrado. Otros exponen los bolívares más cotidianos. La alegría y el desorden son generales. No sé cómo terminamos de almorzar. Aprovecho una invitación del poeta colombiano Jaime Tello, que vive hace años en Caracas, para irme al Hotel con César Fernández Moreno. Veo un descanso de algunas horas como el mejor homenaje a este domingo luminoso...”

 

Se recuerda una polémica  en 1974  de índole “Lingüística-Semántica” ,entre Don Miguel y su gran amigo Jorge Coll Núñez (alto funcionario del Stud Book de Venezuela), Otero quería ponerle a un caballo el nombre de Retrechero, pues consideraba que ese nombre era un vocablo de uso impecable dentro del idioma vivo y Don Jorge Coll lo consideraba como vulgar e inapropiado para un ejemplar, se recuerda un cruce de correspondencias donde cada cual expone sus razones basadas en criterios y citas de la Real Academia Española, en definitiva Don Jorge Coll le dio la razón a Don Miguel Otero sobre el uso de la palabra “retrechero”, pero se negó a ponerlo al ejemplar por considerarlo inapropiado para un pura sangre que le debemos admiración. Miguel Otero con la chispa de humorista le manda a poner Capachero (en honor a su progenitora la yegua Capachera, registrada así en el Stud Book), así corrió con ese nombre, el cual tiene el mismo significado que “retrechero”.

 

 

Este episodio hípico-linguistico fue reseñado en el Periódico El Nacional por el pintor y humorista Pedro León Zapata con una caricatura donde un caballo decía: “si no les gusta que me llamen Retrechero me pueden poner Adeco”.

 

En 1986 se corrió la primera copa en honor a Miguel Otero Silva, la cual fue ganada por la yegua HIPOLITA (1982, Piamen en Brisa) propiedad del gran amigo de Don Miguel, el poeta Luis Pastori, ¿es otra  jugada de la historia?.

 

Honor a quien honor merece, Miguel Otero Silva fue “escritor, humorista, periodista, político”, pero ante todo fue un gran hípico.

 

Fuente:

http://www.mipunto.com/venezuelavirtual/

http://es.wikipedia.org

http://www.archivodeprensa.edu.uy

http://www.ucab.edu.ve

http://hip2000.com

http://impresodigital.el-nacional.com

http://www.anecdotashipicas.com

http://www.pedigreequery.com

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 26 de abril de 2007

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