Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Francesco “Franco” Luciano

Por Jose M. Gil M.

 

Francesco Luciano D'Urso, conocido en el mundo hípico como “Franco” Luciano, nació en Nápoles, Italia, el 14 de febrero de 1942. Llegó a Caracas siendo apenas un niño de 11 años. El barco que los trasladó (venía con sus padres y hermanos) duró 13 días en atracar en el puerto de La Guaira. Estaba pequeño, pero conserva esa imagen. "Todo el viaje me pareció maravilloso y nuevo para mí", agregó al recordar ese momento decisivo para el inmigrante que luego adquiriría la nacionalidad venezolana.

 

 

Prácticamente su crianza transcurrió en este país que le abrió oportunidades. Pero, no todo era color de rosa, porque a partir de ese momento para él y el grupo familiar todo fue trabajo. Sus estudios en su ciudad natal apenas alcanzaron la primaria. "De casualidad tengo el quinto grado", indicó.

 

Al inicio de su estadía en Venezuela su primer trabajo fue subir a Galipán, y bajar con flores que luego vendía en los mercados de Caracas, pero luego de unos meses su papá, Miguel Luciano, quien poseía conocimientos de elaboración y reparación de calzados, comenzó a ejercer ese oficio. Cuando fue haciendo su "piso" inauguró la Zapatería Nápoles en la avenida Andrés Bello y así fue ganando fama por su arte. Todo le iba bien en la ciudad de los techos rojos y el emprendedor jefe de familia decide montar la Zapatería Marilina, la cual llegó a ser muy conocida en la Capital. Para promocionar sus calzados crearon el eslogan "Digno de una Reina". “Imagínese, ese eslogan se inspiró en Susana Duijm, Miss Mundo 1955, quien pasaba por la Zapatería y a los clientes les firmaba autógrafos y sus fotografías”. El negocio llegó a ser bastante visitado en el edificio La Nacional, esquina de La Pedrera, en el propio centro de Caracas. “Fue así como después de vender flores, por supuesto que acompañé a mi viejo en la zapatería”.

 

El tiempo transcurrió y hubo el fortalecimiento económico. Los negocios iban bien y también la familia prosperó. En el hogar de Francesco Luciano y Rafaela Céfalo de Luciano, crecieron los tres hijos: Miguel, quien actualmente le acompaña en la gerencia del restaurante Dolce Vita de Margarita; Carmen María, abogada y Gianfranco, hoy asesor petrolero.

 

En ese ínterin, “Franco” fue infecta con el virus del hipismo. De aficionado pasó a propietario en la década de los ’70 con el Stud Mi Amor. Pero fue el 4 de julio de 1981 cuando ganó su primera prueba selectiva, la Copa Grano de Oro, con Pudiente. Este mismo purasangre le dio la alegría de tener un campeón en las pistas venezolanas al ganar el Clásico Comparación y coronarse Campeón Dosañero.

 

 

De esa misma generación fue Salt Lake, que “relevó” a Pudiente y fue Campeón en 1982, 1983 y 1984. "En lo hípico salí premiado, y me di el gusto de ganar todos los Clásicos", dice y recuerda en especial su alazán, ganador del Clásico Simón Bolívar en 1983. “Fue un campeón máximo”, afirma orgulloso. Y así se narra en www.anecdotashipicas.net, ante la actuación de este crack: En la entrada de la recta final, Ristre con Jesús Márquez había tomado control de la carrera y comenzaba a despegarse, pero el avance de Salt Lake era verdaderamente feroz, tanto así que ambos ejemplares se despegan del resto del lote. Ya en los 200 finales Salt Lake tiende a dominar, pero la clase y gallardía de Ristre hace resistencia en la punta. No es sino en los últimos metros donde Salt Lake toma un segundo aire y saca ventaja para ganar el Bicentenario del Natalicio del Libertador. Fue conducido por Miguel Blanco, bajo el gran entrenamiento de “El Indio” Iván Calixto, para los colores del Sr. Franco Luciano.

 

 

Los éxitos no quedaron allí. También fue socio de los exitosos Stud La Chinita (familias Pontrelli y Mastrogiacomo) y Stud Lumavit (familia Vitale), de los que destacaron la campeona Epic Dancer, Epic Value, Pundonor e Iron Parts.

 

 

Señala que para esa época venía de vacaciones a Margarita con su familia y es cuando visualizó la posibilidad de vivir algún día en la Isla, algo que concretó en 1995, cuando lo vendió todo y llegó para quedarse, entre esporádicos viajes a Caracas, para gestiones y a su Italia natal, en son de paseo. “La isla de Margarita siempre me encantó, y por eso estoy aquí, puntualiza al resumir su historia de vida, en donde pasó del mundo del calzado y del hipismo apasionante y absorbente, al de los restaurantes en Margarita, como para darle otro sabor a la vida, y así como le gusta comer, complace paladares”.

 

Cuando los comensales saborean las pastas caseras de su restaurante y se dan la dulce vida o pequeño "lujo" ante cada plato que allí ofrecen la cara de Francesco Luciano es de total complacencia. Entra y sale de la cocina y saluda a los clientes en el salón principal o en la barra de su negocio en Maneiro. Aun cuando esté de viaje, nada se paraliza porque en la cocina también tiene a Teresa, su mano derecha; una señora que le trabaja y que garantiza la buena sazón. Para este napolitano el vivir en Margarita no tiene parangón. “Me gusta toda Margarita, y Venezuela en general. La conozco bastante, y yo que he viajado por el mundo le puedo asegurar que no hay nada mejor. Realmente no cambio este país, ni a la Isla por nada, ni por nadie” afirmó.

 

Fuentes: Srta. Yanet Escalona (Diario El Sol de Margarita, 15 de marzo de 2015), Srta. Stephany Oldan (Foto), Ing. Juan Macedo

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, sábado 19 de diciembre de 2015

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