Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Carlos Márquez Mármol

Por Juan Macedo

 

Don Carlos Márquez Mármol fue un símbolo de rectitud y honestidad, un modelo de virtudes que obligaba a estimarlo quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, ya que dedicó gran parte de su vida al hipismo sin esperar otra compensación que el engrandecimiento del mismo. Nació en la esquina de El Tejar en la ciudad de Caracas, el 4 de mayo del año 1883.

 

 

Desde 1896, al iniciarse las actividades del Hipódromo de Sabana Grande, fue un constante y asiduo visitante, en compañía del ilustre Rómulo Gallegos. Este dúo de "imberbes" fueron protagonistas en el día inaugural de Sabana Grande, al importunar al Presidente Joaquín Crespo. En 1908 adquirió dos ejemplares que lucieron los colores del Stud San Bernardino Atletic Club del que fue Secretario perpetuo. Los ejemplares se llamaban Melenik y Cacique, y Don Jaime Todd, otro hípico integral, fue el jinete de ambos, que cargando 70 kilogramos obtuvieron lúcidos triunfos y luego descollaron como trotones espectaculares en el coche de Don Gustavo Sanabria, quien los adquirió posteriormente.

 

Ya en el Hipódromo Nacional El Paraíso fue Propietario de ejemplares destacados como Indígena (un criollo hijo de Indiana el cual le proporcionó momentos gratísimos por sus sonados triunfos contra clasificados ejemplares importados), Chaqueta (ganadora de 17 carreras), Intruso (ganador del Clásico de los Sprinters, Hipódromo Nacional y Fuerzas Armadas en 1946), Charm (que impuso un récord de pista que sólo fue superado en La Rinconada, el de los 1400 metros en 85”), Aldeana, Galante, Billiter Street, Mi Chungo, Hyde Park, Corita, Comoburn, Malva y muchos más le dieron amplias satisfacciones, y vaya un aspecto muy peculiar de Don Carlos: jamás se retrató con sus ejemplares ganadores, mientras si lo hacían sus hijos Leopoldo, Carlos Eloy, Alberto y Gustavo.

 

Desempeño cargos de responsabilidad como Comisario-Handicapper por el año 1931 cuando nuestro hipismo apenas daba señales de vida, el cual compartió con Don Ramón Rotundo Mendoza y Luis Enrique Yánez, así como Comisario Adjunto y en ocasiones como Titular junto a Don Ricardo Rosetti en el difícil cargo de Juez de Llegada, actuando de carácter Ad-honorem en todos esos cargos.

 

Fue precursor de las crónicas hípicas de la actualidad, publicadas en el Diario El Universal que firmaba inicialmente con el seudónimo de Oscar Metre y luego como Leo Ferdinand, que eran verdaderas cátedras del buen decir y de imparcialidad absoluta, no escatimando elogios para los que los merecieron ni silenciando lo que a su buen y leal entender merecieron crítica severa. También colaboraba permanentemente junto con el Dr. Francisco Gerardo Gómez y Gustavo Franklin en la revista Caracas Sport, dedicada al Turf y dirigida por Don Jaime Todd. Posteriormente fue editor en la Revista Deportes.

 

En el aspecto hípico, puede decirse que rubricó la vida como tal, contratando en Jamaica al entrenador Millard Faris Ziadie y éste se enorgullece en decir que Don Carlos fue su segundo padre. Este hecho reviste gran importancia, pues dicho preparador se ha distinguido en forma excepcional, acumulando récords y hazañas en nuestra hípica.

 

Con su presencia alegraba las madrugadas hípicas con su anecdotario inagotable, y eran famosas sus observaciones al Coronel José Murillo sobre la forma peculiar como éste dirigía el entrenamiento de sus pupilos.

 

Su espíritu deportivo lo inculcó a sus hijos, auténticos deportistas, respetados y admirados por sus dotes, evidenciándose que lo que se hereda no se hurta y para los hípicos el ejemplo está en Leopoldo Márquez, su hijo mayor, que en múltiples actividades deportivas ha sido figura estelar, pero su mayor galardón ha sido el haber tenido bajo su preparación al primer triple coronado de nuestro hipismo: Gradisco, al que llevó a ese sitial con constancia y eficacia.

 

Cuando las actividades hípicas se trasladaron a La Rinconada, Don Carlos liquidó su cuadra, pero no pudo resistir los impulsos de su afición y figuró nuevamente como propietario en sociedad de su hijo Leopoldo y de Ángel A. Cervini con ejemplares como Montesco y Real Envido. Los años ni hicieron mella en su afición y si bien solo de tarde en tarde visitaba la Cuadra 22 para acariciar y dar azucar a sus ejemplares, si era asiduo televidente y no perdía detalles de lo que ocurría en la pista durante el desarrollo de las carreras.

 

Fundador del Béisbol en Venezuela, del Boxeo y del Tenis, cuyas asociaciones iniciales fueron fundadas por él. Igualmente fue fundador del San Bernardino, primer equipo de béisbol que hubiera en Caracas, en las postrimerías del Siglo XIX. Tuvo un establecimiento comercial que era sitio obligado de reuniones para los deportistas, se llamó La Japonesa. Fue un ejemplo de virtudes y siempre se mantuvo en el sendero que lo condujo al cabal cumplimiento de una fecunda labor en pro del deporte que tanto quiso, algo que espero algún día invoque los que actualmente desempeñan cargos de rectores de la hípica venezolana.

 

Falleció el 9 de julio de 1969 y seguramente, tal cual lo dijo en una ocasión Don Federico CarmonaDesde su balcón celestial se asomará su bondadoso rostro a oír los clarines anunciadores de la salida de los caballos a la pista, que hoy doblarán en su memoria”.

 

Fuentes: Revista Gaceta Hípica, Sr. Federico Carmona, Sr. Roque Yoris S.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, lunes 16 de enero de 2006
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