Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta: | |||||||
Douglas Valiente | |||||||
Por Juan Macedo | |||||||
Actualizado (fotos y videos) por Juan Luis Orta | |||||||
Douglas
Enrique Valiente Aray, el
muchacho que intentaba su infancia en Valle de la Pascua (su primer apellido se convertiría
en un ejercicio de vida, pero el todavía no lo sabe) debió
retener en su pupila ese lomo del mundo asomado sobre la punta del pueblo,
hojoso de alcornoques y greñudo de mogotes y palmas. Las esquinas, la
plaza, la peregrinación al colegio y al liceo criaron en él una conducta
en la que el mañana (o
eso que damos en llamar destino, por calificar de alguna manera el
azar) no llegaba más allá de aquellas nubes arrocheladas sobre
la carretera que le decía adiós a todo eso. |
| ||||||
Cuando
su nombre se parezca a su existencia y el lugar donde naciera el
1° de enero de 1958
apenas se adivine al desgaire de las confidencias públicas y las
conversaciones con los cazadores de secretos, nadie pensara en preguntarle
cuál era su vida al cruzar la calle en busca del ocio del asueto de fin de
semana y del sesteo vacacional. ¿Se subiría a las talanqueras de
las mangas de coleo donde los héroes regionales del derribo de toros, los
coleadores (afuera el hombre y detrás de la camisa el coraje, la
petulancia frente al peligro), eran eternizados con una cinta al hombro o
con el canto que divulgaba sus hazañas en el pajarillo y la
chipola? ¿La
presencia de algún coleador de fama avivaría en su imaginación la
necesidad de transfigurar tal conjunción del animal airoso e impaciente
con el jinete que le sofrenaba el ventarrón de su rabia?
¿Miraría la silla y los
aperos de guerra (el pretal para proteger el corazón del caballo del
cuerno del toro, las muñequeras y amarraduras para librar las cañas de las
patas del casco enemigo y la pezuña filosa, la doble cincha que casi ahoga
el fuelle del ollar para sujetar la silla, y el puñal de la espuela para
hincarlo en el ijar al momento de emparejarse con el bicho y de asirlo por
la cola sin más apoyo que un solo estribo) hasta volcarlo sobre la
arena? ¿O
tal vez su imaginario de granuja escenificaría una ilusión en la que se
veía usurpando la apariencia del coleador? |
| ||||||
|
| ||||||
Una
doble contradicción confesional lo implico en la desestima por todo lo que
tuviera talante de caballo, mulo, siquiera burro, y en la lejana afición
rural por ellos. "Yo en
Valle de la Pascua veía a los caballos, los conocía, pero nunca me había
montado en ellos", le aseguro un día a Ewald Scharfenberg, y otro día autorizo a Oscar Armao Mendoza a que diera fe de "su apego al campo y la oportunidad
que tuvo desde temprana edad para montarse en mulas, burros y caballos
criollos". | |||||||
|
| ||||||
Allá va,
mientras su biografía no sobrepasa el rutinario rezo de su nombre en la
lista de la asistencia escolar, a sufrir de matemáticas y de castellano.
Es improbable ahora saber las veces que le gano el deseo de devolverse o
de trocar las abstracciones de los números y de las leyes gramaticales por
el goce de la deserción derribando mangos en las plazas y solares de Valle
de la Pascua o pateando balones de fútbol en los descampados de
Maracay. | |||||||
En
cambio, quedara claro para siempre que el jockey Douglas Valiente
nació de una apuesta (el
termino hípico habría de comprometerlo bien pronto, durante las
innumerables tardes de su vida en que alegro la suerte de los fanáticos
del 5 y 6) o de una promesa: un cuñado suyo le hablo de la
vida de los jockeys, de su irresistible ascensión a la idolatría y a la
riqueza. Douglas Valiente era solo un delgado perfil de ojos zarcos bajo
la canícula aragüeña. Alguien más, Guillermo Salswach, le hizo jurar que llegaría a conquistar
el merecimiento de la fama. Tironeado por la seducción y el juramento, el
hastiado de la regla de tres y del pluscuamperfecto no dudo un instante en
tirar los bártulos de estudiante y enrumbar hacia La Rinconada.
|
| ||||||
Lo que
habría de suceder luego se parece al relámpago: fulgura antes de hacerse
real, el nubarrón es su presentimiento. El muchacho que fuera durante
largo rato un apellido comprometedor, y la frágil postura y la estatura
breve, cruzó el umbral del Hipódromo La Rinconada como si entrara a
una factoría o a una compañía anónima en busca de empleo. Si lo hubieran
conminado a que describiera un hipódromo, habría dibujado un lugar con
arrestos de gallera o de dependencia ministerial de la fementida Gran
Venezuela. | |||||||
|
| ||||||
De su
primer encuentro con los puros de carrera, de su primera vez sobre sus
lomos, allá arriba, entre la cruz y el anca, donde comienzan a volar,
tampoco se tienen noticias. Si, en cambio, y bien que muy escueta, de su
vida en la Escuela de Jinetes del Ovalo de Coche: arreglar camas,
respirar aquel olor de alquitrán y de pomada acre o el relente de pajonal
reseco de las pacas de alfalfa que cunde por los establos, más el relincho
y el golpe de los cascos contra los bocks pregonando infortunios de
monotonía. | |||||||
A lo
mejor el recién llegado oyó hablar de los jockeys que reinaban en esos
días, ganadores de pruebas clásicas, de holgada riqueza e insistente
nombramiento en los periódicos o en los programas hípicos, y de aquellos
que perdieron la vida cuando briseaban algún
potro indócil o en la refriega de la última curva, como el Negro
Cruz, que se desbarrancó de un caballo una aciaga mañana de traqueos.
En eso estaría Douglas cuando clausuraron la escuela de jinetes. La
matrícula que abrigaba su sueño debió saberle a amargura, a desencanto.
|
| ||||||
| |||||||
Creo que
esa vez supo quién era o quien en el nacía y puedo jurar que se sentía ya
jinete cuando tomo el trillo que iba para el Hipódromo Municipal de Ciudad
Bolívar, menos para cumplir una promesa que para probarse
a sí mismo sus modos de relámpago. Por eso el derribo que sufrió en los
950 metros empezando la recta de enfrente por culpa de las intemperancias
de los caballos Grozni (que entrenaba Humberto
Montiel) y de Slippery
que, después de derribar y volar por los aires al jinete Pedro Ramírez, se
enreda con las patas de Grozni dando una vuelta de campana cayéndole
encima a Douglas, al que le produjo varios huesos rotos, en lugar de
humillarlo alentó en el la tenaz determinación de insistir con el peligro
que ha debido parecerle vecino de la gloria. |
| ||||||
"Fue un accidente feo,
espeluznante, terrible estuve casi 5 meses en una habitación del Seguro
Social Héctor Nouel Joubert con un brazo y las dos piernas totalmente
enyesadas con Fractura de Pelvis y prácticamente inmóvil" le
confesaría al Periodista Hípico Oscar Armao Mendoza. Ciudad Bolívar era muy
poco para quien quería apostar a si mismo sobre un purasangre de carreras.
Y Douglas
Valiente miró hacia Caracas. | |||||||
|
| ||||||
La
Rinconada lo llamaba como la nube al relámpago. Cualquier pretexto lo
invito a decirle adiós a la vieja ciudad del Orinoco, donde había probado
por primera vez su apellido. El Hipódromo caraqueño le cedió la matrícula
de jinete y casi después de un rato la ocasión de competir con su destino
en los lomos de Caroven, cuyo
deslucimiento en la carrera seria corregido por su jinete, que lo apuro
rozando casi la baranda a ver si al menos era digno de su sangre. Y lo
fue, llego tercero, pero perdió ganando, porque su derrota acicateo el
orgullo de un jockey a punto de fulgurar largamente. Antes, hubo de
soportar bajo el sillón a caballos demasiado terrestres. Sí; apenas
volaban, apenas seguían de cerca a las palomas del Hipódromo, que suelen
medirse con los fondistas y los milleros en
últimos 200 metros. |
| ||||||
Se subió
al espinazo del tordillo Santurrón y sintió su empuje, su
respiración preciosa de criatura alada, y miro por encima de su hombro:
nadie, nadie podía ensuciarle el triunfo. Entonces se acordó de
Pirulera
(del Dr. Ángel José
Machín García), con la que dejo atrás el viento el domingo 10
de septiembre de 1976 en el Hipódromo de Ciudad Bolívar. Bisoño en mañas y
triquiñuelas, aprendió, además, esta lección: un jockey necesita de un
buen caballo. Los mongoles son más metafísicos: "Un cuerpo necesita de una cabeza;
un caballo necesita un jinete". Pero Douglas Valiente
no estaba aquí en la vida para poetizar sobre los caballos: vino al mundo
a ganar, a ser el mejor. | |||||||
|
| ||||||
Y
comenzó a registrar en las caballerizas y en los studs, proponiendo sus dones para conducir al crack
del momento. Toco a las puertas de ese pueblo de preparadores,
propietarios, veterinarios, curanderos, brujos, apostadores lícitos e
ilícitos, que no termina nunca porque sus muros se prolongan más allá de
las tribunas y de los establos. No miraría hacia atrás. No tenía tiempo
para ver quien le pisaba los talones, quien se abría en los codos de la
curva, quien fueteaba por su lado de sentir para aprovechar una mínima
rendija entre dos caballos y colarse por ahí echándole tierra o fango a su
pasión por la recta final y el cabeza a
cabeza. | |||||||
| |||||||
El
frenesí de los triunfos no lo distraía ni en los descansos en su casa,
cuando amanecía y se daba a trotar sobre los campos de golf del Junko Country Club. Debía cuidar sus 47 kilos y su
juventud. Y su paciencia, su tenaz paciencia por alcanzar al astro Juan
Vicente Tovar, a quien le mordía en 1973 la estadística, aunque lo
diezmara su condición de aprendiz. Andaba ya con ocho triunfos sobre los
caballos, camino del sitio de partida o camino a su casa o de la fama.
Quizá le pareció muy corta la milla y media de los grandes derbys con los que aspiraba a sobrepasar el número de
carreras ganadas que requería para vencer a Tovar, quien sería su sombra,
su aspiración a lo sublime. |
| ||||||
|
| ||||||
En una
semana consiguió cinco triunfos en fila y le estropeó ese
privilegio al gran látigo caraqueño. No se llevaría la peleada
estadística, pero si su historia personal ya que ganó el Título de Campeón
Aprendiz en ese año 1979, una historia que había comenzado
a lo sumo en un instante, en una rodada aparatosa de Ciudad Bolívar, pero
que prometía una leyendas de clásicos y de triplecoronas, una epopeya de arremetidas a milímetros
de la baranda o por el centro de la cancha, mandando o aguantando,
observando a ese alazán o ese zaino que le estropeaba casi la seda del
stud en el hombro, atento a la más estrecha
oquedad entre anca y anca para inmiscuirse en los metros finales que lo
separaban de la meta, hacia lo último, hacia el grito unánime de las
tribunas y entregarse así, los brazos abiertos, sobre el descendiente de
Northern Dancer o de Vaguely Noble, al viento y a la fama.
Empató la estadística de
1984 en una temporada memorable con Juan Vicente Tovar con 101
triunfos con una victoria fabulosa sobre la yegua The Duchess. | |||||||
|
| ||||||
El
muchacho aprendiz había quedado lejos: en adelante, dos jockeys se
repartían el fervor de los fanáticos y las cuadras de los mejores cracks de los hipódromos de Caracas, Valencia
y Maracaibo. Mientras tuteaba la gloria de Juan Vicente Tovar
(el reino de este mundo
les pertenecía cada fin de semana) se fue a probar su linaje
de jockey a Florida, al país de los Shoemaker, los Pincay, los Cordero. | |||||||
|
| ||||||
Allá
enfrento distanciamientos, sanciones, pero nada consiguió que desmayara
sus ganas de irradiar sobre los purasangres. Gano varias carreras. Una de
ellas, el prestigioso Florida Handicap, y
conoció a una gloria viviente de la hípica norteamericana: supo quién era
Walter Blum, dueño de la inmortalidad que
concede el Belmont Stakes. Dejo muy en
alto los colores venezolanos cuando ganó la estadística en Gulfstream Park a finales de los 80 y abrió la
puerta a otros buenos jinetes criollos para que cumplieran campaña en tan
exigente medio. | |||||||
|
| ||||||
Cuenta
el jockey internacional José Leonardo Verenzuela "En Florida, siempre había un
consejo en los momentos difíciles, el apoyo moral cuando tuve accidentes;
era el primero que llegaba al Servicio Médico para levantarme el ánimo y
darme aliento para seguir adelante a pesar de las caídas y fracturas,
recuerdo también en un meeting de Tropical Park, en el que gano 18
clásicos de los 19 programados implantando un récord". Y
volvió a La Rinconada a enfrentar a Tovar, inalcanzable con sus 16
estadísticas al hilo ganadas a punta de inteligencia, astucia y dioses
equinos. | |||||||
|
| ||||||
José
Leonardo Verenzuela
recuerda "En un Clásico
Ministerio de Agricultura y Cría, en el que yo conducía al ejemplar Mr.
Jorge: tuve un ataque de asma durante la competencia, la sabia de mi
estado de salud antes de esta; después de la meta yo comencé a perder
equilibrio sobre el ejemplar y él se dio cuenta que algo andaba mal y a la
altura de la veterinaria con mi ejemplar en movimiento caí, y más atrás se
tiró el para auxiliarme. Creo que esa fue una gran demostración de la
amistad que nos unía. Tuvimos muchas batallas en carreras, en las que el
salía a veces victorioso y en otras derrotado, pero siempre con la mira de
hacer y dar un gran espectáculo y dar lo mejor de
sí." | |||||||
|
| ||||||
Guío y
ayudó a
jóvenes jinetes y siempre tuvo la mejor voluntad para aconsejar cuando se
le solicitaba. Era querido y respetado por sus colegas y todos los que
tienen que ver con el hipismo. Douglas fue un excelente compañero, ya que
se echó muchos enemigos dentro del medio protegiendo y velando por los
derechos de los jockeys. Se recuerda que en muchas oportunidades peleaba
contra directivos del hipódromo, comisarios y hasta propietarios,
¿las
razones? mal estado de la pista, ambulancia y servicio médico,
etc. | |||||||
|
| ||||||
Fue
jinete, tal y como el mismo lo dijo en varias ocasiones, de los mejores
caballos. "Por mis manos
han pasado y pasaran los mejores corredores", decía siempre
con orgullo y convicción. ¿Qué entrenador no pensó nunca en
montar a Douglas Valiente en un caballo suyo?, cuando le decía
a un propietario o entrenador si un caballo estaba listo para ganar casi
nunca se equivocaba, tenía gran capacidad para escoger montas ganadoras
gracias a lo que en el hipismo se conoce como "gran
pulso". | |||||||
|
| ||||||
Grandes ejemplares, sin mezquinarle el lugar que ocupan El Gran Sol o Catire Bello, ultimo triplecoronado después de Iraquí, esto es, después de Juan Vicente Tovar. Douglas Valiente fue una figura controversial, a ratos cuestionada hasta el cansancio y a ratos idolatrada como a ninguna. Pero era una figura, no hay duda. | |||||||
|
| ||||||
Es,
junto al mismísimo Tovar, los únicos jinetes en repetir en Triples
Coronas en La Rinconada: Tovar con Blondy
(1978),
Gelinotte (1980) e Iraquí (1985) y Douglas
Valiente con Catire Bello (1992) y Miss Marena (1994). | |||||||
|
| ||||||
Ganador
en tres oportunidades del Gran Premio Clásico Simón Bolívar, dos
con El Gran Sol (1995 y
1996) y uno con Jib Dancer (1998), dos veces del
Clásico del Caribe, con Benemérito en 1986 en el
Hipódromo de Aguas Calientes de Tijuana, México en un verdadero
lodazal, poco o nada le importo el promontorio de fango esparcido en la
pista, de igual manera se burló; de sus oponentes para darle a Venezuela
la importante ganancia y gracias a ese triunfo se le abrieron las puertas
de Estados Unidos, y Alighieri en 1997 en su patio de La Rinconada
y así, con ese sello de jockey estrella, deleito al público en un espacio
que sirvió para conocer a uno de los mejores látigos de cualquier tiempo.
| |||||||
|
| ||||||
¿Dónde estábamos todos cuando
sucedió el Gran Premio Clásico Simón Bolívar de 1998? Llovía y
el cielo prometía estropear el vuelo del purasangre. Allá estaban, en el
aparato de la partida (esa masa de hierro y rejillas que
sujetan lo alado, la rabia, la furia de atrasar el tiempo en unos perfiles
de mármol vivo, bronce sangrio, oro frontino,
tiniebla zaina, alba encabritada), Huracán David, Montezuma, Raen, Yagualera,
Cantoreal, Don Grey, Remador, Wabasha, Prospect Gold,
Holda y Jib Dancer. Y se miraban Douglas Valiente y Juan Vicente
Tovar. Aquel sobre Jib Dancer, este sobre Don Grey.
| |||||||
| |||||||
Se dio
la partida y Cesar Augusto Rivero le dijo a El Nacional que en la
recta de las tribunas Raen se adueñó de la punta rumbo a la curva de la
Veterinaria. El pelotón amenazaba detrás. Llovía. El mundo entero se
enlodaba. Cantoreal presintió que podría
humillar a más de uno. Remador se inclinó hacia la baranda como para
afincarse en la arremetida. Por allí mismo asustaban Huracán David y Montezuma, privilegiados por la buena colocación en la
carrera. Yagualera iba solitaria, como
resignada, "a tres
largos del pelotón". Donde se mira la Veterinaria apareció
Huracán David y "empezó
a sacar ventaja de dos largos". Montezuma lo "molestaba" por dentro.
"Entonces Jib Dancer apareció por
fuera, como un bólido", grita Rivero. Escuchémoslo, no lo
olvidaremos: "El jinete
Roger Rengifo sobre el tresañero Huracán David
busco afuera, con la determinación de evitarle el paso a Jib Dancer, que venía con
intención desenfrenada. Montezuma cayo agotado
al llegar a los 600 metros finales (...) Jib
Dancer y un extenuado Huracán David buscaron la
pelea. Atrás atacó Holda en lejano remate, y Don
Grey, con el veterano campeón Tovar, venia por dentro, con fuerza. Las
cartas estaban echadas. Jib Dancer punteo durante toda la recta final, con un
Valiente decidido a todo, cruzo el disco por segunda vez en un Simón
Bolívar. Huracán David cedió terreno para el tercero y Holda paso a ocupar el sitial de escolta, apenas a dos
largos. Don Grey junto con Yagualera cerraron el
marcador...". Cuando Douglas Valiente
se bajó del caballo parecía humillado, quería estar sobre los lomos del
caballo toda la vida. Entre los asistentes a la leyenda se hallaba, por
azar, el filósofo e hipólogo español Fernando Savater. El entendió
el sentimiento. Cierta vez escribió: "Por intermedio del caballo es a mí
a quien apuesto". | |||||||
|
| ||||||
Ganó
1693 carreras en Venezuela y más de 200 en Estados Unidos y otros
Hipódromos; también conquisto más de 100 clásicos, su especialidad. Su
última victoria fue a bordo del caballo Súper Show el sábado 25 de
marzo de 2000, pocos días después tuvo una terrible rodada del ejemplar
Tiro Fijo
en el Hipódromo de Valencia, que lo alejó de las pistas,
pero como siempre estaba ansioso por regresar. | |||||||
|
| ||||||
Tenía
prometida la monta de otro campeón, My
Own Business, de quien Douglas manifestaba
que era el mejor caballo que había galopado y que no tenía dudas de que
iba a arrasar con todos los Clásicos. Irónicamente, un día antes de montar
al potro por primera vez, sufrió la fractura de su fémur izquierdo y
cuando regreso, en gran parte para montar al campeón, dejo de existir. Le
falto correr a quien en muchas ocasiones menciono a sus allegados y gente
ligada al medio "My Own
Business es el mejor caballo que voy a montar en toda mi vida, este
ejemplar el día que yo lo monte no pierde más nunca, cuando esto suceda se
acordaran de mi". |
| ||||||
|
| ||||||
La
ultima monta del campeón se produjo el domingo 13 de agosto de
2000 sobre la tordilla Solidaria, arribando en el tercer
lugar. Realmente son pocas las palabras para alabar a esta gran estrella
del látigo quien, con 42 años, todavía tenía mucho por demostrar y calidad
para deleitar a quienes lo admiramos y admiraremos por siempre. ¿Quién iba a
imaginarlo? Este jinete que, basándose en calidad y habilidad,
se convirtió en acaparador de los grandes eventos del hipismo; que siempre
dio la impresión de ser el más seguro, el más inteligente, más capacitado;
que logro trascender las fronteras del hipismo para darse a conocer mucho
más allá, convirtiéndose en figura del deporte; que, en fin, logro
labrarse una historia propia dentro de este gran mundillo apasionante.
¡Qué difícil es aceptar
un fin para su vida como el mismo escogió ese día 13 de
agosto! |
| ||||||
| |||||||
Luego de
su despedida en La Rinconada, sus restos fueron trasladados a Ciudad
Bolívar, la tierra que amó tanto como a la que lo vio nacer, Valle de
la Pascua, para su cristiana sepultura. Solo que la reflexión de la vida,
el Sr. Luis A. Crespo resumió magistral y poéticamente esta
disyuntiva existencial: Tovar en los últimos 100 metros de su fabulosa
carrera existencial, cuando decidió bajarse del caballo y cayo del estribo
a la fatalidad, y Valiente a media nariz de alcanzar la suya, cuando miro,
por única y última vez, hacia atrás, y acaso escucho por dentro lo
que dice el poema de Reynaldo Pérez: "La muerte no debe / ser ese
caballo blanco / que nos sigue". Solo espero que "El Jet" siga ganando
carreras y estadísticas en el hipismo celestial junto con su amigo y
contrincante de la vida terrenal, Juan Vicente Tovar. |
| ||||||
|
| ||||||
Información
y fotografías obtenida de las siguientes
fuentes:
Diario El Nacional, Sr. Luis A. Crespo, Diario El Universal, Diario
Meridiano, La Biblia del Hipismo Venezolano, Revista Hipódromo, Sr. Trino
Pulido (Foto), Lic. Luis González Hernández. | |||||||
Editado
por: Ing. Juan
Macedo | |||||||
|
| ||||||
| |||||||
| |||||||
Anécdotas
Hípicas Venezolanas,
jueves 9 de febrero de 2001 | |||||||