Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Domingo Rosario

Por Juan Macedo

 

Fue Domingo RosarioEl Mono” uno de los jinetes de más prestigio y que gozó de una popularidad envidiable tanto por sus cualidades de buen jinete, como por sus condiciones de persona. Nació en la población de Río Piedras (que en la actualidad pertenece al municipio de San Juan), Puerto Rico, en el año 1910. La afición es de familia, ya que su padre y varios de sus hermanos también estuvieron involucrados en asuntos del hipismo, así que desde que era un mozalbete, a los 8 años, estuvo en las caballerizas.

 

El primer purasangre que montó en su vida de jinete fue a la yegua Ana María en el Hipódromo de Quintana en el año 1927, llegando tercero en esa carrera, hecho que le brindó muchos ánimos para continuar con la brava profesión. La primera carrera que ganó como profesional de la fusta fue en el Hipódromo de Las Monjas con la yegua Olga, luego siguió triunfando en Ponce con el caballo Olco.

 

Vino a Venezuela en el año 1933 contratado por Luis Enrique Werner, pero a mediados de 1938 se regresó a Puerto Rico y de ahí pasó a Nueva York, donde tuvo la oportunidad y apreciar los adelantos de los mejores hipódromos tales como Saratoga y Belmont. En 1939 se regresó a Venezuela.

 

Domingo Rosario fue el jinete de confianza para “El Viejo” Werner, tanto como para los traqueos como para las carreras, sintiéndose muy satisfecho en esa caballeriza y sobre todo de Werner quien lo trató muy bien y de quien “El Mono” se expresó en magníficos términos. Siempre se consideró un “enamorado” de su profesión. Cuando le preguntaban la edad, sus amigos en el hipódromo le bromeaban diciéndole que ya iba para los cincuenta.

 

Cuando le preguntaban sobre el mejor purasangre que había montado era Katushka (con la cual había conquistado varios triunfos) respondió “Que les gustaban todos y a todos los quiero y los cuido como si fueran míos”.

 

En mis apuntes personales encontré, efectivamente, que Domingo Rosario "El Mono" ganó el Clásico Fuerzas Armadas de 1935 (en recorrido de 3200 metros con El Guárico) y el Clásico de los Sprinters de 1944 (en recorrido de 1200 metros con Laponero).

 

Con respecto a ese Clásico Fuerzas Armadas, “El Mono” contó en una ocasión: “Pues verá, cuando corrí a El Guárico no tenía ningún chance en la carrera, tan es así que lo daban de candidato seguro para el quinto puesto en una carrera de seis. Pues bien, me fui metiendo y metiendo y como la carrera era de 3200 metros, cuando entramos en la recta final, el caballo me respondió como yo se lo exigí y me metí de primero. Era la primera vez en mi vida que corría en esa distancia, lo que hizo que la carrera fuera más interesante”.

 

Aseguraban hípicos de aquella época que su “hobby” no era otra cosa que mostrar en su físico objetos de oro. Usaba, por cierto, un fino y costoso reloj y en cada oportunidad que alguna persona le preguntaba por la hora, él se limitaba a responder “¡Mátate tú mismo! Yo no conozco este aparato

 

Contó José Rafael Ball que en una ocasión el Sr. Manuel Jiménez presentó en una misma carrera a Altamira con "El Mono" y a Paraíso con Fernando Falero. Tenía la costumbre que al jockey ganador le regalaba Bs. 150. A Rosario, como instrucción le recalcó: "al darse la largada tomas la punta y tratas de ganar de tiro a tiro, ten cuidado con Falero que te puede sorprender en la llegada". Rosario le respondió: "Patrón, vaya sacándose del bolsillo el dinero porque la carrera se la voy a ganar, a mi nadie me va a derrotar". Al finalizar la carrera, el Juez de llegada solicitó la foto entre Altamira y Paraíso. Al apreciarse la foto de llegada, se dictaminó el resultado, no hubo caso ¡fue un empate!. Concluido el programa de carreras Don Manuel se encontró con Domingo Rosario en un bar que existía cerca del paddock y le hizo entrega de los Bs. 150. Estaba acompañado de Falero y fue cuando le dijo: "Mono, repártanse mi regalito". Rosario, recibiendo el dinero, le respondió "No Patrón, estos son míos. Tiene que darle a Falero sus 150 porque él también ganó la carrera". No le quedó de otra, así lo hizo Don Manuel. 

 

Otra anécdota fue que en aquellos tiempos se impuso la modalidad de que los jockeys tenían que firmar las tarjetas de montas para poder correr. “El Mono” Rosario no cumplía esa medida o disposición porque no sabía firmar. Fue llamado por el Comisario Vallenilla y ante él, Rosario le dio esta respuesta “Sr. Vasenilla, un jinete no necesita de pluma para conducir un caballo. Lo hace con un látigo ¿Para qué ese “implemento”? Yo no “arreo” con una pluma”. Don José de Jesús Vallenilla lo dejó correr, pero le advirtió con cara de pocos amigos “Sr. Rosario, mi apellido es Vallenilla y no Vasenilla”.

 

El Dr. Marió Paolillo comentó "Gracias por recordarte de uno de los que ya muy pocos se acuerdan. Conocí a "Él Mono" en mi infancia, ya él retirado, en una mañana sabatina de traqueos, me lo presentó papá. Observé un gran cariño entre ellos dos y me llamó la atención su piel rosada en un rostro que delataba su sobrenombre, dibujando una gran sonrisa y evocando mucha sencillez y humildad".

 

Ese fue Domingo RosarioEl Mono”, uno de los buenos y rendidores jinetes llegado desde Puerto Rico.

 

Fuentes: Sr. Agustín Pérez F., Sra. Idurre Alonso, Dr. Mario Paolillo, Revista Hípica La Pista, Libro “El Paraíso y su hipismo” de José Rafael Ball.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, viernes 31 de marzo de 2023

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