Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Ladislao Petrash

Por Juan Macedo

 

Ladislao José Petrash Liptay fue figura en el mundo de las carreras de caballos purasangre en Venezuela. Nació en la antigua Checoslovaquia, hijo de Peter Petrash y Cecilia Liptay, llegó muy joven al país en la década de los 40, durante la Segunda Guerra Mundial, escapando de la invasión de Hitler a Checoslovaquia, según nos reseñó su nieto Gustavo Vivas Petrash. Su pasión por los equinos le hizo inscribirse en la vieja Escuela de Entrenadores que funcionó en Hipódromo Nacional El Paraíso, finalmente graduándose en la Promoción Dr. Báez Finol en el año 1959, junto a otros jóvenes entusiastas como Alberto Llamozas Mejías, Augusto Moulinier, Rafael A. Torres García, Luis R. Chacón, Jesús Ángel García y Juan Arias.

 

Su carrera como entrenador despegó lentamente, pero en el año 1965 ya cosechaba éxitos con purasangres como Devon’s Gold, ganadora de la primera carrera nocturna en el Hipódromo La Rinconada (fue en el mes de octubre de 1965 cuando se inauguró el sistema de iluminación de la pista, procediendo a instaurarse los programas nocturnos de carreras) bajo su tutela. En el año de 1968, con solo dos ejemplares a su cargo, Petaní y Soriyer, “El HúngaroLadislao Petrash demostró su gran olfato para el talento equino. Soriyer, a la que consideraba la mejor de su generación, la posicionó como una fuerte candidata para el Clásico Internacional del Caribe. Soriyer, agregamos, contó con actuaciones descollantes, fue ganadora de las Copas Gustavo J. Sanabria y Francisco J. Sucre de ese año.

 

En los años siguientes continuó demostrando sus grandes condiciones como entrenador con la misma Soriyer, La Sory (ganadora de la Polla de Criadores de 1969) y con un tardío hijo de Hylander que se llamó El Galeón. Su ojo certero para identificar diamantes en bruto lo llevó a pujar con determinación por una potranca importada en vientre hija de Ky Pionner en Swap Pudding en la que fue la primera subasta del Haras Tamanaco en el año 1972. Pagó Bs. 87.000 por la zaina, una cifra considerable para la época (y estaba dispuesto a pagar mucho más si era preciso), convencido de su potencial, de que era lo mejor. La apuesta de Ladislao Petrash no defraudó. Segula C se convirtió en una campeona indiscutible, cosechando victorias y brindando alegrías a sus seguidores. Cada triunfo era celebrado con fervor por numerosos brindis, suculentas parrillas y el cántico "Ladislao Petrash es el mejor entrenador del mundo" resonaba en el hipódromo.

 

El vínculo entre Ladislao Petrash y Segula C trascendía lo profesional. El entrenador llevaba al cuello una muela de la campeona, adornada con piedras preciosas, como un símbolo de su profunda conexión. Su dedicación a la yegua llegó incluso a superar los lazos familiares. En una ocasión Segula C se preparaba para un clásico y su esposa sufrió un accidente automovilístico que requería cirugía, Petrash, con el corazón dividido entre sus dos grandes amores, priorizó la carrera de la campeona. Lo hizo porque “Segula C nunca ha sido una yegua sana, en más de una oportunidad llegó coja a la cuadra” confesó en una ocasión.

 

A pesar de los éxitos, Ladislao Petrash no era ajeno a las injusticias del mundo hípico. Asumió con estoicismo la responsabilidad por las derrotas de Segula C en la Novena Serie “convertí en propietario a Claudio Fraga y lo acostumbré a la victoria”. Empezó los rumores de que Segula C abandonaría la cuadra. El día que la potra triunfó en el Clásico Prensa Nacional, emocionado por la victoria y resentido por los comentarios adversos, dijo “ahí la tienen, es una campeona. La hice yo y todavía no creen en mi”.

 

 

En agosto de 1974, el Círculo de Periodistas Hípicos de Venezuela le rindió un merecido homenaje por la extraordinaria campaña de Segula C. Muy emocionado y agradecido recibió Ladislao Petrash la placa que se le otorgó y las palabras que con anterioridad le dirigió José Rafael Ball (presidente del Círculo) le conmovieron, que posteriormente manifestó en privado, ya que le fue imposible hacerlo por intermedio del micrófono.

 

 

La noticia del sacrificio de Segula C en diciembre de 1974 conmocionó al mundo hípico. Ladislao Petrash, desconsolado, cuando se enteró de la triste noticia se negó a creer en la misma y le preguntó a más de un profesional de la veterinaria que se podía hacer en el caso de su consentida, pero solo consiguió la misma respuesta. Buscó alternativas hasta el último momento, pero la decisión era irreversible. En una ocasión Ladislao le dijo a Raúl Payares “estoy mal, me siento muy mal, me retiro” y Raúl le dijo “si tienes la mejor, el sueño de cualquier entrenador” y Ladislao le dijo “ella está enferma y la tengo que sacrificar” se lo dijo llorando. La campeona dejó un legado imborrable, con 16 victorias en 26 actuaciones, incluyendo la Triple Corona para yeguas, y el recuerdo imborrable de haber derrotado a los machos en los Clásicos República de Venezuela, Fuerzas Armadas de Cooperación y Cavepro.

 

 

Las anécdotas sobre su perspicacia y determinación abundan. En una ocasión, dos propietarios le increparon por asegurarles que sus caballos no perderían una carrera, a lo que él respondió con seguridad: "llegarán empatados". Se mantuvo activo como entrenador de purasangres de carreras hasta el año 1980, dejando una estela de 109 triunfos en un total de 762 presentados. Ladislao PetrashEl maestro húngaro de la pista” dejó una huella imborrable en la historia de las carreras de caballos en Venezuela. Su pasión, talento y ojo certero para el potencial equino lo convirtieron en una leyenda, y su nombre seguirá resonando con admiración entre los amantes de este deporte.

 

Fuentes: Apuntes personales, Revista Hipódromo, Revista Gaceta Hípica, Sr. Gustavo Vivas Petrash.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, viernes 31 de mayo de 2024

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