Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Alfonso Luis Salvati

Por Juan Macedo

 

El mundo del turf reconoce varios maestros dentro del fino arte del entrenamiento de purasangres de carrera, pero en la República Argentina hay un único profesor, Alfonso Luis Salvati Rocino, que se ganó ese título a lo largo de su vasta experiencia profesional, adornadas con verdaderas proezas. Nació en Buenos Aires el 1 de abril de 1917.

 

Frustrado estudiante de abogacía y de veterinaria, no dejó de aplicar los conocimientos adquiridos cuando se dedicó de lleno al entrenamiento de purasangres de carreras en el Hipódromo de Rosario en el año 1943. Tanto le distinguió este hecho sobre sus colegas de la época que se ganó el apelativo de “Profesor”, por sus ideas entonces revolucionarias. Para 1946 ya brillaba en la profesión, por intermedio de Piover y Ensueño, llevó a este último hasta los 2500 metros del Clásico Vicente L. Casares para ganar en tiempo récord.

 

En 1947 convirtió a Endeavour en una máquina de correr hasta intentar (acompañado de Ensueño) la conquista de las pistas norteamericanas, en una época en la que el viaje era interminable y muchos problemas hacían de una empresa de ese tipo casi imposible. En su debut Endeavour (Endeavour II en Norteamérica) figuró cuarto de Stymie en una actuación brillante a la que siguió su afianzamiento en ese país, donde triunfó como pistero y se consagró como semental.

 

Así fue con Swing cuando ganó el Gran Premio Nacional de 1949, al solucionarle un problema físico investigando un exceso de urea y de albúmina. También se dedicó al estudio de las heces, que le permitió descubrir una obstrucción arterial de origen parasitario a Olfateo. Otro caso singular fue el de Erasmo, un caballo tuerto que se paraba antes de la meta y detectó que el caballo, con su único ojo, se preocupaba de posibles riesgos y anulaba su voluntad de correr, le pidió al jinete que lo exigiera todo el tiempo para que así no se distrajera y logró corregir ese detalle. Así lo dijo en una entrevista “La psiquis del caballo es tan importante como su físico, resolver todas esas cosas pueden marcar la diferencia entre un entrenador y otro

 

Otro capítulo de la vida de Alfonso Salvati nos lleva a Venezuela, donde fue contratado por Don Rafael Barboza Montiel en el año 1950. Ese mismo año ganó con Impetuoso el Clásico Simón Bolívar. De esa carrera hay una simpática anécdota donde la participación del noble caballo argentino fue gracias a la intuición femenina de la Sra. Carmen Esparza de Barboza (esposa del propietario) que deseaba ver a dicho ejemplar participando junto al otro de la cuadra, Suivi. Un tremendo aguacero favoreció a este ejemplar y conducido de manera milimétrica por Walter Carrión logró un triunfo dramático sobre Alykhan y su compañero Suivi. Alfonso Salvati también fungió como asesor en la compra de destacados ejemplares argentinos para los colores de Don Rafael que le brindaron innumerables satisfacciones. También ganó el Clásico Fuerzas Terrestres de 1956 con Ansiedad. Fueron alrededor de 150 victorias que logró hasta inicios de 1957, cuando decidió regresar a su natal Argentina, satisfecho del trabajo realizado.

 

De regreso, se inmortalizó en las pistas gauchas. Proezas como los 3000 metros del Gran Premio Internacional de Sao Paulo en 1965 con Maanim y el Gran Premio Nacional de 1967 con Ribereño son parte de la leyenda que representa Alfonso Salvati en Argentina. Eternamente joven, en todas las mañanas de San Isidro lo ven dirigiendo el entrenamiento de los purasangres a su cargo, siempre dispuesto a la plática, no escondía sus conocimientos.

 

En una ocasión dijo “Lo que algunos preparadores consideran como excelente el entrenamiento ordenado, es para otros equivocado, la respuesta la dan los mismos ejemplares. Hay caballos que fracasan con profesionales de primera línea y después, en manos menos expertas, se convierten en frecuentes ganadores, ante el asombro general ¿Quién es el dueño de la verdad? Yo solamente acepto que cada uno tenga su sistema, pero entiendo que se debe aceptar como axioma lo siguiente: la presentación de un ejemplar depende del estado que alcanzó el mismo. Cuando logró su verdadero poderío, el éxito radica en la observación e intuición del entrenador, que debe ordenar los ejercicios considerando la alimentación, el carácter y sus reacciones, a efectos de que no pierda el estado alcanzado”.

 

Considero que el entrenamiento es un arte engendrado por la experiencia, todo en él es discutible porque todo es empírico, por basarse en la mera practica o rutina. Creo que la experiencia y la lógica de cada cual, han ido creando las verdades de cada uno. Nadie puede asegurar que sus verdades sean las buenas y no las del vecino. Hay que ser humildes, probablemente todos estamos lejos de la perfección. Tal vez algún día, siguiendo de los efectos el difícil camino que lleva al conocimiento de las causas, puede decir la ciencia su palabra categórica y precisa, fijando un método único, exacto. Pero ese día habrá muerto el mayor encanto que tienen las carreras: lo imprevisto. Habrá desaparecido el halago de lo misterioso que es el atractivo principal y entonces desaparecerá el auténtico entusiasmo de aquellos que, de una u otra manera, mueven el engranaje del turf

 

Por algo ganó ocho estadísticas (una igualado con Julio F. Penna) y se llevó la gran mayoría de los clásicos disputados en Argentina, además que todos los años le brindan honores en Palermo al escenificarse el Handicap Alfonso L. Salvati.

 

Fuentes: Diario Clarín, Revista Gaceta Hípica.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, viernes 31 de diciembre de 2021

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