Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Acapulco

(Ven, 1969, Pollux en Ruby Royal por Royal Note)

Por Juan Macedo

 

En la historia de las carreras de caballos venezolanos, algunos nombres brillan con un fulgor especial, dejando una estela indisoluble en la memoria de los aficionados. Uno de esos nombres fue el de Acapulco, un veloz corcel que irrumpió en el Hipódromo La Rinconada a inicios de la década de los 70, cautivando a todos con su imponente estampa y su paso arrollador. Nació en el año 1969 en el Haras Shangri-Lá, fue adquirido por el Sr. Amín Saiden para lucir los recordados colores del Stud Silvia, bajo el cuidado y entrenamiento de Eduardo Azpúrua Sosa.

 

Desde su debut en la pista caraqueña el 8 de agosto de 1971, el potro castaño demostró ser un fuera de serie. Con una velocidad endiablada y una determinación inquebrantable, con la conducción de Pedro González Pinto, cruzó el disco en ganancia con ventaja de ½ cuerpo sobre Pegaso agenciando 63” exactos para el kilómetro. Un mes después, en recorrido de 1100 metros, aplastó a sus rivales con ventaja de 8 cuerpos de ventaja sobre Tareco y tiempo de 67”4.

 

El 25 de septiembre participó en su prueba de fuego, la Copa Albert H. Cipriani en distancia de un kilómetro y con la monta de José Luis Vargas, donde volvió a mostrar su calidad al pasar la meta con ventaja de 7 cuerpos sobre Demago agenciando 60”4. Acapulco se adjudicó sus primeras tres carreras con autoridad, dejando a sus rivales sin ninguna posibilidad.

 

Fue inscrito en el Clásico Antonio José de Sucre que se escenificó el 17 de octubre, donde corrió casi de punta a punta, pues si bien es cierto que al comienzo Papa Upa logró darle tomarle una pequeña ventaja en la delantera, nunca estableció completo dominio. Si acaso cerca de los 500 metros finales consiguió dominar con alguna luz, pero allí mismo se produjo la reacción de Acapulco, que un rato después pasó nuevamente al primer lugar y se escapó en la delantera, para terminar con 3 ¾ cuerpos sobre su compañero de cuadra El Corsario, dejando registro de 73”1 para los 1200 metros. El público se enamoró de este caballo prodigioso, que parecía volar sobre la arena. Acapulco era la viva imagen de la potencia y la elegancia, un verdadero espectáculo para la vista. Los expertos hípicos lo catalogaban como un potro excepcional, con un potencial ilimitado.

 

 

Sin embargo, el destino tenía otros planes para Acapulco. El 4 de diciembre, en su quinta salida, cuando se preparaba para conquistar una nueva victoria en el marco de la Polla de Potrillos, el infortunio le golpeó. Arribó fuera de carrera en una exhibición bastante incolora. Una lesión inesperada lo obligó a abandonar la pista, truncando abruptamente su prometedora carrera.

 

El 3 de febrero de 1973, luego de 14 meses, reapareció Acapulco ante el lote común, pero no era la sombra de aquel fabuloso corredor, llegando fuera de carrera. Desde ese momento Acapulco pasó por un vía crucis, durante diez actuaciones en las cuales no dio muestras de mejoría, a pesar de lucir otros colores (Stud PAR) y luego pasar a la cuadra del entrenador Manuel Medina. Su última carrera fue el 5 de enero de 1974 llegando duodécimo a 22 cuerpos de Garibaldi.

 

Completó una innecesaria campaña de 16 salidas, en las cuales ganó las 4 primeras en calidad de invicto, acumulando en premios la cantidad de Bs. 142.388. Acapulco fue un verdadero relámpago en el Hipódromo La Rinconada, un caballo que brilló con luz propia y que se apagó demasiado pronto. Su historia nos recuerda la fragilidad del éxito y la fugacidad de los triunfos, pero también nos deja un mensaje de esperanza: la llama de la pasión por los caballos purasangre nunca se extinguirá.

 

Fuentes: Ing. Juan Macedo (apuntes personales), Revista Gaceta Hípica.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, domingo 28 de julio de 2024

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